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jueves, 21 de junio de 2018

Adiós, muchachos (y muchachas)

Juande Jiménez Valladares, Profesor de Física y Química (IES Laurel de la Reina); con motivo de su jubilacilón.


“Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
Barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada
Debo alejarme de mi buena muchachada.”

Así empezaba Carlos Gardel su famoso tango y no encuentro mejor manera de deciros adiós. Treinta y ocho años con vosotros es mucha tela y, como dice mi amigo Antonio López, está científicamente demostrado que el verano se acaba, así que agur, goodbye, ciao.

Me sugiere Miguel Angel, el eminentísimo director de esta revista, que haga un análisis, una reflexión, una introspección sobre mi paso por este oficio de profesor pero no pienso darle ese gusto, bastante habéis tenido con mis tostones sobre átomos y moléculas. Me apetece más contaros mi experiencia como alumno desde que entré en esta noble institución de la escuela hasta que conseguí escapar de ella, os aseguro que no tengo mejor recuerdo que cuando me vi libre de la dictadura escolar y pude normalizar mi vida en la Universidad, pero esa es otra historia.
Me aburría mucho, ¿vosotros no? Ahí sentado calentando la silla mientras que unos señores hablaban y hablaban sin parar, nos encargaban tareas pesadisimas, ¡y nos ponían notas contínuamente!, como si yo tuviera una necesidad enfermiza de conocer su opinión sobre mi persona. No puedo olvidar la sensación de arrepentimiento y culpa los domingos por la noche pensando en todos los trabajos o estudios que no había hecho durante el fin de semana, ¡qué horror! 
Juande, profesor de Física y Química, en el laboratorio (IES Laurel de la Reina)
Solo recuerdo el nombre de cuatro profesores durante ese ignominioso periodo, Don Carlos, el Feliciano, Chacolín y el Agustín. Bueno, me olvidaba del Focas y Manix. Ahora que lo pienso los recuerdo con cariño porque de una u otra manera me sacaron del aburrimiento. Todos ellos eran muy excéntricos, algunos cínicos o violentos, pero ¡da igual!, ¿acaso no merece la pena correr ciertos riesgos si la juerga merece la pena? No temáis no os voy a aburrir con aquellas historias, me las guardo para mí, mala suerte.
Pero bueno, vamos a reflexionar un poco. Mi primer año de trabajo tropecé con la crème de la créme del alumnado, tenía un curso que se llamaba de “capacitación”, vamos, lo más tirao del instituto. Recuerdo una ocasión en que me subí a una mesa y les pregunté: ¿sabéis lo que es la gravedad? y salté a continuación -debo decir que tenía 23 añitos y estaba en forma- La cara que pusieron, éste está chalao, debieron pensar,.., ¿y qué?, había que combatir el aburrimiento como fuera, esa idea me ha perseguido siempre. Ahora que lo pienso no sé si luchaba contra vuestro aburrimiento o contra el mío, a fin de cuentas llevo toda mi vida en la escuela y ya es hora de salir, así que, adiós muchachos (as) compañeros (as) de mi vida.
Un fuerte abrazo y que tengáis suerte con los maestros (as). 

                                                                                               Juande, 





2 comentarios:

  1. Mis más sincero agradecimiento al fotógrafo. Excelente retrato dado el original....

    La copia.

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  2. Juande, ese fotógrafo te ha reflejado como eres: un músico o un químico loco, sólo te falta pelo más largo y más revuelto. Eres una buena persona.

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