
Troy fue acusado presuntamente de asesinar a un policía fuera (McPhail) de servicio en 1989, pero el arma nunca apareció, no existen huellas ni rastros de ADN y de los nueve testigos que lo acusaban, siete se han retratado y han reconocido presiones policiales para incriminar lo. Sus ultimas palabras fueron: A todos aquellos que hoy van a matarme, que Dios os bendiga.
Troy no quiso pedir nada especial para cenar, porque estaba convencido de su inocencia y aseguro a los trabajadores de la prisión que esa no seria su ultima cena. Y cuando llegó al corredor de la muerte, se dirijo a los familiares del policía asesinado y dijo: yo no maté a su padre, hermano o hijo. Y pidió a sus defensores que siguieran investigando.
Cristina Blanco Elices
No hay comentarios:
Publicar un comentario