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sábado, 15 de junio de 2019

Mugnos - Escudero. Una familia impulsada por el amor a los libros.

Por Sofía Ruibal (biznieta de Jorge Leonidas Escudero)



Jorge Leonidas Escudero, poeta argentino

"Jorge Leonidas Escudero nació en San Juan en 1920 y falleció en febrero de 2016 en la ciudad capital de la provincia donde vivió toda su vida. Abandonó sus estudios de agronomía y se dedicó a la minería. Durante años buscó oro y metales preciosos en las montañas de su provincia. Comenzó a publicar a los cincuenta años. Poemas suyos y referencias a su obra aparecen en diarios y revistas del país y del exterior. Obtuvo primeros premios en varios concursos e importantes distinciones de entidades culturales nacionales e internacionales. La Fundación Argentina para la Poesía lo destacó como Miembro de Honor por la Provincia de San Juan y la Municipalidad de dicha ciudad lo distinguió por su trayectoria cultural. El Honorable Senado de la Nación le otorgó el Diploma de Honor. La Universidad Nacional de San Juan le concedió en 2007 el título de Doctor Honoris Causa. En 2016 la Cámara de Diputados de su provincia lo declaró ciudadano ilustre (post mortem). Poemas suyos se encuentran en lugares públicos, como el grabado en piedra en el Monumento al Minero, en la plaza de la ciudad de La Toma, en San Luis.  En 2011 recibió una Mención del Premio Nacional de Poesía Durante el mismo año Ediciones En Danza editó el volumen Poesía completa, que incluye todos los libros publicados por el poeta hasta 2010. En 2015 recibió el Segundo Premio Nacional de Poesía, otorgado por el Ministerio de Cultura de la Nación."
                                                                                        https://www.edicionesendanza.com.ar




Sofía Ruibal, 3ª por la derecha, en el IES Laurel de la Reina, con compañeras de clase.

                                                                                   

El primero en sentir esta fuerte atracción por los libros fue mi chozno Francisco Mugnos. Él transmitió ese sentimiento a su hija Margarita, mi tatarabuela, que llegó a ser una destacada maestra y escritora. Su nieto, mi bisabuelo Jorge Leonidas Escudero, hijo de Margarita, fue el gran poeta que, a los 50 años comenzó a publicar y, desde entonces, creó una obra singular en busca de la “palabra única”.
Jorge Leonidas Escudero convirtió parte de su casa en un museo que guarda piezas de minerales y distintos objetos hallados en la Cordillera de los Andes. Su obra completa trascendió a nivel local, nacional e internacional y obtuvo importantes premios.


Familia del poeta Jorge Leonidas Escudero
Los Mugnos, su familia materna, vivió en Argelia. Tenían animales, araban y cultivaban granos. Su padre, Francisco, conoció a Monsieur Lefebvre, un hombre francés que le transmitió su pasión por los libros. Desde entonces, pasó su tiempo libre leyendo.
A la izquierda,  Francisco Mugnos. A la derecha su nujer, Matilde Gálvez
Su apellido español cambió (de Muñoz a Mugnos) cuando el registro civil de Argelia lo inscribió con la ortografía francesa. Ella fue una excelente relatora. Su hija Margarita (madre de Jorge Leonidas Escudero) escribió las historias que ella le narraba.
Matilde Gálvez con sus hijos y nietos 

Francisco ingresó en la Legión francesa y combatió en la guerra de Indochina. Cuando ésta terminó regresó a su pueblo y conoció a Matilde Gálvez. Al poco tiempo se casaron en Sidi-Bel-Abbés. Tuvieron cinco hijos: Elisa, Teodoro, Margarita, Carmen y Argentino.
Diez años después, Francisco viajó a Argentina y luego Matilde junto a sus hijos. Cuando llegaron al puerto de Buenos Aires en 1900, Francisco la esperaba para tomar un tren hacia la ciudad de San Juan, ciudad donde establecieron su residencia.


Margarita Mugnos, madre de Jorge Leonidas Escudero
Margarita Mugnos 
Margarita Mugnos

Margarita junto a sus alumnos

Destacada docente y escritora. Ejerció como profesora en distintos establecimientos educativos. Su libro insigne es La Maestrita de los Yarcos (1957), un trabajo que describe la educación y la sociedad de los años ‘20 y ’30. Además, publicó: Entre Pedregales (1922); La Mujer Sanjuanina (1930) y San Juan. Historia de su Cultura (1810-1862), entre otros. También colaboró con Ricardo Levene, en su obra Historia Argentina.
En 1920, el educador y escritor uruguayo José Chirapozu la convocó para formar parte de la Asociación de Maestros Sarmiento. También fue miembro de la Junta Provincial de Historia y representó a San Juan en el Congreso Americano de Civismo en 1976.
Año 1915. Enlace de Margarita Mugnos y José Leonidas Escudero 

Se desconoce cuándo llegaron los primeros inmigrantes Escudero a Argentina pero se sabe que tienen sus orígenes en Burgos, España.
El matrimonio tuvo cuatro hijos: Lidia Matilde (Lili), María Margarita (Chiquita), Nelly Mercedes (Morocha) y Jorge Leónidas (Chiquito).
Jorge Leonidas Escudero. El hijo ilustre.

Barreal. San Juan. 1940
Barreal. San Juan. 1940

Año 2006. El escritor junto al ex decano de la UNSJ 
(Universidad Nacional de San Juan) quien 
le entrega el título de Doctor Honoris

           A principios de la década del ’50, Jorge Leónidas Escudero conoció a Rosa Álvarez Yanzi, una joven que solía visitar a su amiga que vivía a pocos metros de la vivienda de la familia Mugnos - Escudero. Cada vez que Rosa iba, Leónidas salía a su encuentro.
Se casaron en el año 1953. Durante los próximos dos años, nacieron sus dos hijas: Ana Alicia y Rosa Marcela. La primera le dio tres nietos: Daniela, María Verónica y Federico Olivera Escudero. Daniela, la mayor de sus nietas, se casó en España y tuvo una hija: Sofía Ruibal Olivera. Yo, Sofía, única bisnieta del escritor, soy quien escribe este artículo gracias a la iniciativa de Miguel Ángel Moreno Cazalilla, mi profesor de Lengua del I.E.S Laurel de la Reina, situado en La Zubia, Granada.
4/9/ 2015. Jorge Leonidas junto a sus hijas
durante la celebración de su 95º 
cumpleaños y presentación del libro 
"Andanzas mineras II: doce poenas vivos". 
       Lo recuerdo sentado en su biblioteca rodeado de libros, escribiendo a máquina y contándome historias fascinantes de nuestra familia y, también, de sus andanzas por la cordillera. Siempre modesto, cariñoso, cercano y poseedor de una mente brillante y privilegiada. La distancia me impidió disfrutar el día a día junto a él pero, al haber tenido una comunicación continua, siempre resonarán sus palabras llenas de amor y sabiduría.
Tuvo una vida sobria alejada de los grandes círculos de escritores. Viajó poco, no buscó lugares externos sino ocultos.Su poética establece vínculos no sólo con la región que él conoció en profundidad (pequeños pueblos de valles y caseríos de montañas) sino también con los pobladores de esa región a los que dedica siluetas biográficas-humorísticas e irónicamente moralistas escritas en una sintaxis rota, compleja, elocuente y original.
Su poesía marcó nuevos lenguajes y formas de escritura basándose en tres pilares en los que erige toda una reflexión acerca de la búsqueda del ser: los amigos, el amor y el juego.Cultivó una libertad en la lengua castellana pocas veces vista en poesía. Quería expresar lo más íntimo. Esa es su ars poética. Sentía la necesidad de escribir en tonada forzando a las palabras a que sean leídas como “suenan” en el habla sanjuanina. Así, en lugar de alejar al lector, causa un efecto de atracción, obligando a pronunciar esa palabra en voz alta. Es que ya lo sabemos: un verso para que sea válido necesita decirse en voz viva. Así, con sus líneas, supo asombrar y emocionar a los lectores plasmando, como ninguno, la esencia de la sociedad y de la vida.
Sofía Ruibal (biznieta del poeta) y Natalia Gutiérrez,
alumnas del IES  Laurel de la Reina 

Este buscador incansable de oro y de palabras, falleció el 10 de febrero de 2016. Su patio florido de malvones y parras comenzó a echarlo de menos. Las prolijas vitrinas que durante años guardaron sus tesoros, no encuentran a quién dio, humildemente, las mejores explicaciones de ellas. Su gran biblioteca, ese espacio que hoy alberga la vida de mi bisabuelo, quedó en silencio esperando ser trasladado y recreado en un espacio público, pues su patrimonio es un legado que no sólo pertenece a su familia sino a toda la sociedad. 
Lejos de tristezas, la montaña celebra el reencuentro con él, con este pirquinero que durante años buscó en sus entrañas sin saber que los tesoros no estaban en ella sino en las palabras que le dedicaría a través de los años. Nunca dejó de nombrarla: la montaña fue para él su eterna enamorada.
¡Que viva la poesía! Y la obra de mi bisabuelo.

Obra poética de Jorge Leonidas Escudero

Poetas
La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.

Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira ha hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.
Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Camino Cielo Amor y Dolor.

Apriete
Atiéndanme a esto que les digo aunque
antes ya lo dije, pero
sean buenos porque necesito
compañíaneste asunto.

Que otra vez fui a dormir a campo abierto
y al despertarme al rato veo
al cielo echado sobre mí.
La Cruz del Sur clavándome el pecho,
las Tres Marías ciñéndome la frente y
un lucero espantoso apretándome la garganta.

E me exigían hablara que qué relación
tenía con sus esplendores,
que si sentía la inmensidá en mí,
la presión del Universo, dijera algo.

Cerré ojos y estuve desvelado
pensando que les decir qué
si no sabía nada de nada. Pero musité:
Señoras estrellas yo soy un humilde
buscador de piedras que vine a la montaña
y soy inorante de vuestras grandiosidades.

A otra cosa

¿Pongámonos bien la vida
que nos pusimos del revés?
En vez de alimentar historias de plomo
digamos cosas fáciles.

En vez de hacer de perro del hortelano,
o llorar a la luna porque no nos quieren,
echemos pájaros en el jardín de las preciosidades.

Probemos saludar a desconocidos
a ver si aparece el amor,
pues qué delgado está el mundo,
qué pálido, y necesita apoyo.

Aventa una palabra uno y afecta
al tiempo futuro;
por eso hay que hablar con cuidado
y sonreír más.

Pongámonos bien la vida a ver qué pasa,
pues así como estamos se han desequilibrado
los bancos de las plazas
y si no intervenimos
¿a dónde va a ir la gente a tomar aire?


Del amor

Todo lo escrito aquí es añejamiento,
de suerte que en mi estaba escondido
y hoy lo saco a la luz. Digo solamente:
el amor es una planta que si la cultivo
se seca;
es convivir sin compromiso,
no tiene futuro, es de ya a ya,
son gustos compartidos, actos y es sabido
que la belleza no va con la figura.

Podría seguir con más lindezas
pero se me atraviesa esta verdad de Perogrullo:
todos necesitamos amar y ser amados.

Masquisiera un final algo florido
ya que el amor es poesía.
Para esto adhiero a una sabiduría antiquísima
y suspiro:
Las abejas no saben por qué van a las flores
y las flores no saben por qué atraen a las abejas.



Cuchicheo de estrellas

¿Adónde voy? No sé si llegue
pero voy.
Anduve recogiendo piedritas
a ver si alguna me decía, por fin, 
que hallé oro y me volví rico y…
¿Qué vas a hacer ahora?

Y basta ya de esperanzas muertas,
ahora me dedico a escarbar en el papel
a ver si encuentro la palabra esa
que huye y se esconde,
se me atraganta en la mano
y justo antes de decirla
termina en nada.

Me pasa como allá en la montaña
cuando dormía a cielo abierto
y las estrellas cuchicheaban entre ellas:
Pobrecito,
dejará de buscar cuando se muera.
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Fuente: “La Tía Margarita” de Manuel Trías; diversos libros, artículos, entrevistas y testimonio familiar (y personal) de Jorge Leónidas Escudero. Fotografías archivo familiar Sofía Ruibal.

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