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lunes, 24 de diciembre de 2012

Capítulo 2: LA ESCARAMUZA TRASGA


 

-Vamos hijo, puedes hacerlo.

Heldet tensó el arco y apuntó a su presa: un pequeño dragón pardo, que estaba ocupado devorando ansiadamente el cebo de carne que habían preparado él y su padre. Entonces, disparó. Sin embargo, en el último momento, le tembló la zarpa y la flecha fue a darle a un tronco cercano al dragón. Aun así, fue lo único que el dragón necesitaba para comprender que no estaba seguro con esos dos leones cerca de él. Y se alejó volando.

Heldet observó tristemente que su primera presa volaba, y pensó que ni siquiera un francotirador le ayudaría a disparar mejor

Su padre, Shelder, se decepcionó momentáneamente cuando vio volar al dragón; pero cuando observó a su hijo apenado por errar el tiro, intentó animarle.

-Heldet, no pasa nada. Los drakkan (espacialmente las crías) son difíciles de cazar, y mucho más si se trata de matarlos. Que te cueste disparar con arco no significa...

-No te esfuerces, papá. Soy un arquero realmente pésimo. Ni siquiera puedo manejar correctamente una pistola o un hacha, y los demás cachorros de Liuhome suelen acertar con el arco y pueden blander una espada con facilidad.

- Hijo, se perfectamente que no te gusta cazar porque no soportas ver a un animal morir, pero que falles el tiro intentando acertarle a un dragón la primera vez que vayas a cazar no es nada del otro mundo. Y no digas que eres tan malo, que sabes luchar perfectamente con tu daga. Además, ya va siendo hora de que volvamos a Liuhome; falta poco para el mediodía. Probaremos otro día.¿De acuerdo?

-De acuerdo.

Heldet ayudó a su padre a cargar las armas de caza que se trajeron y lo que quedó del cebo en los caballos. El caballo de Shelder era un enorme alazán adulto color del ébano , mientras que el potro de Heldet era un pequeño potro de pelaje marrón. Cuando se dispusieron a partir para Liuhome, Heldet se acordó del sueño y, antes de que Shelder montara, le preguntó:

-Oye, papá...

-¿Sí, Heldet?

-¿Tú sabes lo que significa “Zexel”?

Cuando acabó la pregunta, miró a su padre, y, la impresión que dió su padre en ese momento la recordaría para el resto de su vida, pues su cara estaba paralizada con una horrible mueca de terror. A Heldet le daba miedo ver así a su padre, pues la única vez que  se asustó lo más cercano a esa expresión fue cuando un par de leones entraron en Liuhome, y eso que cenaron estofado de liu esa noche.

Heldet, viendo que su padre no le daba una respuesta a su pregunta, insistió:

-¿Qué significa Zexel, papá?

 

Shelder tuvo que resignarse al hecho de que su hijo no pararía de preguntar a menos que obtuviese una respuesta que valiera.

-¡Vale, vale, te diré lo que significa Zexel!

-¡Por fín!

-Sin embargo, antes quiero que me prometas dos cosas. Primero, que no volverás a preguntar algo parecido el resto de tu vida, y segundo, que no le digas a tu madre que te he dicho lo que significa la palabra esta; no quiero que diga que te asusto o te traumatizo.

-¿Por qué?

-Porque Zexel significa “demonio” en múltiple.

Shelder pensó que diciéndole la respuesta, Heldet se acobardaría. Sin embargo, pasó mas bien lo contrario: Heldet se quedó defraudado.

-¿Solo eso?¿Te has puesto así solo por una palabrita que significa demonio? Pues vaya fiasco, pensaba que sería algo que si daba temor.

-Si fuera en español o noruego, tal vez. Pero lo malo del idioma múltiple es que las palabras siempren se refieren a algo que existe o existió. Por ejemplo, Liuhome. En múltiple, Liuhome significa “El hogar de los leones”, y básicamente lo es. O ne, que significa humano, los cuales ya no existen.

-¿Y eso que tiene ver?

-Significa que los demonios existen, o existieron. Y aunque probablemente no todos sean malos, seguramente todos nos verían como un alimento sabroso o como seres inferiores. Y no importa el rol que tengan en cualquier religión o cultura, no dejan de ser monstruos. ¿Te vale eso?

-Sí.

-Bien, pues entonces volvamos a casa.

Cuando terminaron de cargar las cosas, montaron en los caballos y partieron al trote hacia Liuhome. A Heldet le encantaba montar a caballo: se sentía libre, unido con su potrillo y con ganas de cabalgar por toda África. En realidad, era lo único que hacía bien, aparte de pelear; cuando tenía tiempo libre, y cuando no tenía ganas de estar con los otros cachorros, solía pasar el rato en las cuadras cuidando al potro. Shelder se lo regaló el día de su décimo cumpleaños  porque pensó que a Heldet le vendría bien recordar que los hombres-león son buenos domadores de caballos.  

Sin embargo, cuando faltaba solo un kilómetro y medio para llegar a Liuhome, Shelder cayó en la cuenta de que, aunque Heldet le preguntó que significaba Zexel, no le dijo dónde la había oído.

-Una pregunta, Heldet.

-¿Qué pasa?

-¿Dónde has escuchado Zexel? Que yo sepa, nunca la habrás oído mencionar en tu vida ni una sola vez.

Entonces Heldet le contó lo del sueño: la horda, la pelea, el dragón demonio... Cuando terminó de relatar lo que vivió, Shelder se echó a reír. Cuando terminó de reir, lo que tardó un buen rato, le habló a su hijo.

-Heldet, que hayas oído una palabra en un sueño no es extraño; es más, ya sabes la propiedad que tiene el idioma múltiple.

Heldet se llenó se ira. Empezó a enojarse con las carcajadas de su padre, pero su último comentario le enojó de sobremanera.

-¡Mira, si se lo hubiera a otra persona y se hubiera reído, no me importaria; pero que lo haga mi propio padre es bastante indignante!

-Vale, perdóname por reírme de tu sueño; no lo volveré a hacer otra vez.

-Bueno, eso está mejor. Volvamos a casa, pap... ¿Qué es eso?

Heldet señaló una débil pero claramente visible columna de humo que estaba por el norte

-¿El qué, Heldet?

-Allí hay una columna de humo, donde debería estar...Liuhome.

Ambos pararon los caballos, descabalgaron y, observando la columna de humo, intercambiaron miradas de preocupación.

-Parece que proviene de Liuhome- dijo Shelder.

-Ese no es motivo para que el humo signifique un ataque o un incendio- respondió Heldet.

-Tienes razón; podría ser cualquier motivo: una fiesta, una barbacoa, una hogue...

Shelder no pudo terminar la frase; un horrible ruido le había interrumpido. Para ser más exactos, el disparo de una sítfire. De escopeta.

Se volvieron a mirar, pero con miradas de entendimiento. Acto seguido partieron al galope. Tardaron solo quince minutos en llegar a Liuhome. Sin embargo, lo que vieron no les gustó nada.

 

Liuhome estaba sufriendo un ataque. No todo el lugar estaba en llamas, pero sí lo estaban las cocinas y las cuadras. Y lo único que se oían eran gritos de dolor, gritos de socorro, risas malvadas, sonidos de metales entrechocando y disparos.

-¡¿Qué está pasando?!- le preguntó Heldet a su padre.

-¡Nos atacan!¡ Sígueme, vamos!- le respondió este.

Acto seguido, Shelder descabalgó y cogió su espada, su escudo y su rifle.

-Heldet, escúchame; alguien está atacando Liuhome, y no llevamos las de ganar. Sin embargo, nos quedan posibilidades. Quiero que cojas la daga que te regalé, montes en el caballo y te vayas con los demás , mientra que los otros leones y yo intentamos...

-¡Papá, yo también quiero combatir!

-¡Sí claro, para que te maten!

Ahora su padre le gritaba, y tenía montivos. Su hijo nunca había combatido, y en los entrenamientos con armas de cuerpo a cuerpo solo cogía su daga. Aú así, a Heldet se le daba bien dar arañazos con las garras y, si podía, daba mordiscos. Pero Shelder no quería arriesgarse a que su hijo pereciera en un combate.

-Heldet, si no quieres irte a un lugar seguro, por lo menos llevate a tu caballo contigo. Si ganamos, quiero que vuelvas con el resto. Pero si perdemos, prométeme que no dejaras que te capturen.¿Me has entendido?

-Sí te he entendido-respondió su hijo.

-Bien, y ahora, ¡vete!.

Y Shelder monto en su caballo y marchó hacia una enorme hoguera. Pero si hubiera mirado hacia atrás, habría sabido que su hijo no le había hecho caso. Como él cuando era un cachorro.

Cuando Shelder se hubo alejado lo suficiente, Heldet descabalgó, desenvainó su daga y, soltando a los caballos, se fue hacia una de las puertas y entró. Lo que encontró dentro era horrible: había varios cadáveres en el suelo con heridas de balas y otros con flechas clavadas en el distintas partes del cuerpo. La mayoría de los cuerpos eran de leones, pero había algunos que le llamaron la atención: eran enormes, de unos dos metros de largo, con una horrible cara, una boca con dientes sobresalientes, piel azulada, ojos negros y armadura de bronce.

- Trasgos- dijo para sí . Nunca había visto ninguno de esos trasgos, pero sabía como eran los nruskas porque frecuentemente una caravana de comerciantes trasgos se acercaba a Liuhome; les compraban armas, víveres y otras cosas a los liune, y a cambio los nruskas les vendían comida, herramientas, caballos e incluso dragones, aunque pequeños. Esto, sumado al hecho de que solían venir una o dos veces al mes, los convertía en buenos amigos de los leones. Pero los trasgos que atacaban Liuhome no parecían amistosos.

-Vaya, vaya. ¿Qué es lo que tenemos aquí?- oyó decir a una voz a su espalda.

Heldet se giró lentamente y con miedo, y vió a un nruska enorme que lo estaba encañonando con un AK-47. Y lo estaba mirando con una sonrisa horrible.

-Quedate quieto y a los mejor te disparo en la cabeza.

-¿Y que pasa si no lo hago.

-Adivínalo- y disparó. Sin embargo, Heldet consiguió esquivar la ráfaga de balas y se cubrió con un escudo que cogió de uno de los cadáveres. Las balas repiqueteaban el escudo, pero no lo atravesaban. En ese momento, el rifle  se encasquilló. El nruska, enfadado, soltó el arma y desenvainó una espada corta. Heldet, viendo que tendría que combatir cuerpo a cuerpo, levantó el escudo (con dificultad) y, con un grito de guerra, cargó contra el trasgo daga adelante. Sin embargo, no tuvo en cuenta que el trasgo era más grande, astuto, fuerte y mayor que él, y éste solo tuvo quedarle un puñetazo en la cara con su enorme puño para tirar a Heldet al suelo. Viendo que el nruska levantaba la espada para rebanarle la cabeza, cerró los ojos y esperó. Sin embargo, la espada no llegó a tocarle el cuello, pues algo atacó al trasgo y, fuera lo que fuera, haciendo que el trasgo diese gritos de dolor y agonía, lo mató. Después se oyó un ruido de algo que es lanzado.

Heldet tenía miedo de lo que vería si abría los ojos. Porque lo que mató al nruska era grande, suficientemente grande como para matar a un trasgo de más de dos metros de altura y lanzarlo a una buena distancia. Pero la curiosidad le pudo y, al final, los abrió, y entonces pensó que tal vez la pesadilla podría ser un sueño premonitorio. Porque había un dragón enorme, de unos ocho metros de largo y cuatro de alto, con cuernos sobresalientes al lado de las orejas, cola terminada en pinchos y cara de varano. De sus ollares salían chispas ardientes. Y le resbalaba sangre por los costados de la cabeza. Pero lo que más le daba miedo a Heldet eran sus ojos; eran exactamente iguales a los del “dragón” del sueño.

 

Heldet se quedó ahí quieto, pensando que el monstruo lo devoraría. Pero el dragón no se movió; parecía pensar en algo. Pero no dejaba de mirar a Heldet. Fuera, se oían ruidos de pelea, pero parecía que los trasgos empezaban a perder contra los liune. “Posiblemente porque mi padre ha llegado”, pensó Heldet. Pero ahora estaba ocupado pensando que le haría el drakkan. Pasaron veinte minutos así hasta que el dragón se decidió a hacer algo: rugió y le lanzó un mordisco a Heldet. Este lo esquivó a duras penas, pero no quería quería que los dientes lo alcanzasen pues, si no se equivocaba, los dientes de los lagartos gigantes tenían bacterias letales que los varanos usaban para cazar. Y el dragón tenía cara de varano.

 

 El dragón paró de lanzar dentelladas, pero solo lo hizo para lanzar una bola de fuego. Heldet se volvió a proteger con el escudo, pero las llamas eran demasiado calientes, y derritieron el escudo. Algunas gotas de metal líquido impregnaron la piel de Heldet, y este chilló de dolor por las quemaduras. Instintivamente acuchilló el cuello del dragón (el bicho se había acercado dos metros ) y, sorprendentemente, este gimió de dolor; no era invulnerable. Sin embargo, este consiguió darle un mordisco en la cola. No solo le dolió a Heldet, sino que incluso sintió que las bacterias entraban en su torrente sanguíneo.

-¡Si muero, tu te mueres conmigo!- gritó el cachorro, y saltó sobre el cuello del dragón. Pero el animal giró y Heldet cayó en su espalda, donde nacían las alas. Heldet se quedó aturdido unos instantes, y cuando vió al dragón, descubrió que este estaba mirando al techo. Heldet se asustó, pues esto solo podía signifocar una cosa. El dragón iba a alzar el vuelo... rompiendo el techo de Liuhome en el proceso.

-No lo hagas- gimió lastimero Heldet. Demasiado tarde.

El monstruo alzó el vuelo y rompió el techo de piedra de la entrada. La luz del Sol africano impidió a Heldet ver al principio, pero cuando pudo, comprobó como iba la batalla. Los leones estaban ganando a los trasgos, pero no se debía al regreso de Shelder, sino que los comerciantes trasgos habían llegado en el momento justo. Heldet supo que eran ellos porque no atacaban a los liune, sino a los nruskas enemigos. Aparte, montaban a caballo y tenían espadas y lanzas, no solo rifles. Y llevaban túnicas de viaje en vez de armaduras. A lo lejos vió a su padre luchar junto al lider de los comerciantes, Krou, un enorme y robusto trasgo. Pero en ese momento, Krou señaló a Heldet, y Shelder, siguiendo su mano con la mirada, vió con horror que su hijo estaba encima de un dragón. Pero Krou tiró de él, pues el dragón le lanzó una llamarada, y por poco le alcanzaba. Shelder tenía miedo de que el dragón matase a Heldet, o que este cayese a una muerte segura de cuarenta metros. Pero el sentimiento no era recíproco, porque Heldet solo pensaba en buscar una forma de matar a la bestia, y el veneno del monstruo empezaba a marearlo. Pero el dragón estaba ocupado lanzando ráfagas de fuego a los leones y a los comerciantes. Entonces vio un resplandor dorado donde nacía el cuello. Solo podía ser una cosa: el corazón del dragón. Heldet perdió la daga cuando el dragón saltó, pero pensó que con un mordisco acertaría en el corazón igualmente. Ya se preparaba para morderlo cuando cayó en la cuenta de que estaban a demasiada altura como para sobrevivir. Heldet  pensó una forma de evitar la muerte cuando pensó en un libro humano que tenía guardado en su armario. Solo había una manera de sobrevivir a una caída así... Y podría no funcionar.

“Si es la única manera, que sea lo que Lás quiera” dijo a sus adentros, y mordió el cuello del dragón. Sonrió para sí cuando algo pegajoso y cálido tocó su hocico, pero se imaginó que la sangre también podría tener bacterias de varano, aunque era improbable. El dragón, entonces, soltó un chillido de agonía horrible, como si estuvieran torturándolo. Se agitaba demasiado, demasiado, demasiado... Y entonces Heldet cayó.

Heldet gritó de terror, y Shelder y Krou también. Solo le quedaban a Heldet veinte metros para chocar contra el suelo cuando vio el cadáver del dragón a su lado. Heldet no dudó en agarrarse de nuevo al lomo del monstruo, y lo consiguió en el momento justo en el que el cuerpo chocó con un estrépito, soltando llamas, sangre y otras cuantas sustancias de dragón. Heldet se levantó a duras penas, pero entonces el mordisco del dragón hizo mella en él y volvió a caerse. Antes de desmayarse, vio que los atacantes huían y que su padre y Krou corrían hacia él.
                                Antonio Gutierrez Vargas
 

5 comentarios:

  1. Este va a ser el Tolkien español. Sigue así. Un saludo. Manü. Sinpatia.

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    1. Tolkien no. A mi me gustaria ser el Laura Gallego andaluz y hombre

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    2. ¿ Laura Gallego andaluz y hombre? xD

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  2. Historia llena de imaginación y buena redacción. Las desceipciones son impresionantes. Enhorabuena Antoñete. Tu amigo Paco

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  3. ¿Matar dragones? ¿Es que te has basado en el Skyrim?

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