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jueves, 28 de abril de 2016

Úbeda y Baeza

BAEZA: Majestuosa se levantaba la catedral vislumbraba entre caños de agua de la popular fuente de Santa María. La puerta principal estaba residida por la escultura de la natividad de la virgen obra de Jerónimo del Prado, que antecedía a la que después visitáramos de la Luna.
El principal templo religioso de la ciudad albergaba en su interior una imponente custodia de plata sobredorada, joya de la corona.
A su diestra una enorme escalera de caracol permitía ascender hacia el campanario donde el tañir de campanas anuncia una nueva celebración religiosa.
La vuelta a un aula fue esta vez para contemplar la zona donde Don Antonio Machado enseñó su francés a los baezanos. Más tarde nos acogió el palacio de Jabalquinto con su formidable fachada, única en su estilo en la comarca.


ÚBEDA:  Fácilmente reconocible para los granadinos una enorme puerta basada en las líneas de la puerta del Perdón de Granada, con ciertos símbolos renacentistas, daba entrada al templo funerario del Salvador que Don Francisco de los Cobos mandó construir para su muerte. Lejos de parecerse al resto de costrucciones dedicadas al uso funerario, el gigantesco templo albergaba en su interior un inmenso altar en forma circular, símbolo de la perfección en el cristianismo, con cientos de detalles alusivos al evangelio.
Luego, un lugar de profundo sentido para un cristiano fue lo que visitamos: la celda en donde murió San Juan de La Cruz, la iglesia y el museo dedicados en su honor.






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