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jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 5: Reflexión


Por Antonio Gutiérrez


Cuando terminó de contar la historia, Shelder bajó la cabeza y se quedó callado unos instantes. Cuando volvió a hablar, su voz estaba teñida de resignación.
-Gunner falleció en el primer combate, aunque Krou sigue con la promesa de ayudarnos en los momentos más difíciles. Desde entonces, Asdelt cerró las puertas de su ciudad y nos atacaba cuando tenía oportunidad. Sin embargo, la última vez fue hace diez años. ¿Sabes que día era?
Heldet solo tardó dos segundos en caer.
-¿Mi nacimiento?
Shelder se sorprendió de que su hijo lo adivinase tan rápido. Sonrió.
-Pues sí hijo, era ese día tu madre dio a luz un pequeño cachorro del que siempre estaría orgullosa.
Heldet no le estaba escuchando; había caído en la cuenta de que, si había matado el solo y sin armas a un dragón, las niñas se pelearían por ser sus novias, los niños intentarían hacerse amigos suyos y los trasgos lo respetarían.
-Bueno, creo que ya es hora de que te duermas.
Heldet se mostró reacio a dormirse, pero entonces Senai entró y le obligó. Antes de que su padre se marchara, Heldet le dijo:
-Papá,¿te puedo preguntar una última cosa?
-¿El qué?
-¿Es verdad que Héctor tiene miedo de un bicho que no existe?-preguntó sonriendo Heldet.
Al final, Shelder acabó por sonreír.
-Pues sí, los leviatanes le dan miedo.-mintió.
Cuando salió, Heldet no pudo evitar reírse un poco; los leviatanes no existían, aunque podrían ser cocodrilos o dragones marinos. Con este pensamiento, Heldet se durmió.



Lejos de allí, fuera de Liuhome, una bestia volvía de los muertos.



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