Etiquetas

miércoles, 22 de abril de 2015

Viaje a Tánger.


Os voy a contar cómo fue mi viaje a Tánger los pasados 20, 21 y 22 de febrero. Fue un viaje con mi familia y unos amigos.

Salimos el día 20 de madrugada hacia Gibraltar para coger el barco en el Puerto de Tarifa. Antes de entrar al barco, tuvimos que pasar la aduana para salir de la península. Para pasarla había un policía que iba mirando persona por persona y comprobando que era la que aparecía en el pasaporte y en el DNI. Una vez que pasamos la aduana, embarcamos.

El barco era muy espacioso: tenía asientos por los lados derecho e izquierdo y por el centro. Estos asientos estaban separados por pasillos, por los cuales se podía pasear tranquilamente. El barco tenía también dos plantas: en la de arriba se podía salir a una especie de terraza, y en la planta de abajo había un restaurante.


Este es el barco y como podéis ver, es espacioso y grande.




Cuando llegamos al puerto de Marruecos, había un señor esperándonos para montarnos en un minibús a un grupo de personas y llevarnos al hotel. El minibús era muy “cutre”, sucio y estrecho. 


Éstas eran las vistas que se veían desde el autobús. En ese edificio se rodó parte de la serie “El tiempo entre costuras”.


La ida fue muy lujosa e impresionante, pero una vez que entramos en el otro continente todo fue super cutre y, sin embargo, para los marroquíes, aquel minibús era super lujoso. El camino hasta llegar al hotel, que duró unos 10 minutos, fue malísimo, ya que las carreteras no eran demasiado buenas.


Una vez que llegamos al hotel, la recepción fue bastante buena, los recepcionistas eran muy amables y muy buenos, los pasillos muy limpios, las habitaciones también, y en el hotel, por lo general, todo bien. Pero eso sí, no tenían la misma finura que los hoteles de Europa porque, por ejemplo, la alcachofa de la ducha no funcionaba, el wáter se quedaba atascado, las papeleras eran como las de las clases de nuestro instituto...; pero teniendo en cuenta que estábamos en Marruecos, el hotel era de los mejores que había. De hecho, era de cuatro estrellas. Uno de los días estuvimos de visita en el hotel más visitado de Tánger, que es El Minzah, y en este hotel, los pasillos, los sillones de la cafetería, la distribución, la decoración, la limpieza... eran bastante buenos. 


Esta imagen pertenecen al hotel El Minzah.

Esta imagen pertenecen al hotel El Minzah.
 


En el primer día vimos la Mezquita (a la cual no nos dejaron entrar porque no éramon musulmanes)... Entramos a una tienda, que era como aquí el mercadillo más cutre, ya que ellos montan una tienda en cualquier lugar porque allí la policía no multa ni les dice nada, y nada más entrar, el dueño ordenó a su hijo que nos acompañara y el muchacho así lo hizo, nos acompañaba, nos enseñaba todo, nos iba contando un poco la historia de las calles, nos llevaba las bolsas...Era un poco incómodo porque él decía que esa era su obligación y, ocasiones, nos sentíamos mal por el chico. 

Esta es La Mezquita.


La gente era muy respetuosa, cada uno con su cultura pero no se metían con nadie. Es más, se metían más entre ellos mismos por el trabajo o por atendernos, que con nosotros.


Esta es la “tienda” que más me llamó la atención ya que, como podéis ver, está en en una acera. Como veis, en Tánger no hay camiones que van a las tiendas a llevar los productos, allí va gente con remolques, como el azul que se ve en la foto.



Las cosas que más me llamaron la atención fue lo del chico que nos acompañaba a todos los lados, la comida, que a mi personalmente no me gustaban porque cocinaban con muchas especias, los tés, la moneda que usan (que es el dirham que, por ejemplo, veinte dirhams son dos euros). También me llamó mucho la atención que en los bares solo había hombres y también me llamó muchísimo la atención que si querías fumar marihuana o cualquier tipo de droga había que ir a la calle o a un bar que allí se conoce como El Cafetiño y allí pse podía fumar de todo. Otra cosa muy peculiar eran los taxis y que en una moto de una plaza yo vi a tres personas montadas y a la policía paseando por la acera y no les dijo nada. Esto se debe a que África, en general, no tiene una política tan adelantada y allí no hay muchas de las leyes que hay en el resto del mundo.


Esta es una tienda de lámparas.


Estos era un paso de cebra que me llamó la atención, ya que sería prácticamente imposible que una persona en sillas de ruedas cruzará la carretera por él.


En esta imagen aparecen el rey de Marruecos y el presidente del gobierno.


Ese coche que se ve en la imagen es un taxi de dos plazas y, los de cuatro plazas, eran de color amarillo.


Estas son las vistas desde la azotea del cafetiño.
 

 
En Tánger aprendí muchas cosas, entre ellas, la más importante, a valorar lo que tengo ya que vi que allí hay mucha pobreza y, sin embargo, ellos son felices. También aprendí que, ya que nos dan la facilidad de una educación escolar pública, tenemos el deber de aprovecharla porque en esos países pobres no hay ni escuelas y encima, si hay, hay que pagarlas. El viaje también me ha servido para practicar el francés porque en muchas de las tiendas los marroquís hablaban inglés o francés.


Hecho por: María Estevéz   3ºC

No hay comentarios:

Publicar un comentario