En
un desván húmedo y seco allí estaba ella. Cubierta con una manta
de polvo, iluminada por un rayo de luz que traspasaba la ventana.
Me
aproximé hasta ella, apartando trastos viejos sin ningún valor y
deteriorados.
Había
algo en ella que me llamaba la atención. Sabía que no era nada que
no tuviera valor, que tenía algo especial.
Cuando
llegué a ella, no era demasiado grande; un poco más alta de mi
cintura.
Cogí
un trapo viejo y la limpié, aunque no quedó limpia del todo. Era
una guitarra. Estaba vieja, gastada, con las cuerdas rotas y pasadas;
pero al verla, me vinieron recuerdos entrañables.
Ya
no es aquella guitarra brillante y que tan bien sonaba.
Ahora,
ha pasado a ser uno de los trastos que habitaban allí, en ese
desván...
Mª Ángeles Romero Prados 2ºB
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