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sábado, 15 de noviembre de 2014

El reencuentro


Hola, me llamo Carlos y tengo 24 años; os voy a contar una historia que me ocurrió hace tiempo, cuando yo apenas tenía 14 años: iba caminando por la calle cuando me encontré un perro labrador de color negro con algunas manchas blancas por la cara. Me lo llevé  a mi casa y le di comida y algo de agua. A la semana siguiente, me encontré un cartel por la calle, en el que había una imagen muy parecida o casi igual al labrador que yo tenía en mi casa. Rápidamente, marqué el teléfono que aparecía y hablé con el dueño del labrador. Su voz era algo debilitada; parecía la voz de una persona mayor; quedamos en un parque cerca de la ciudad. Al llegar, miré a un lado y a otro y sólo vi y a un hombre mayor que miraba a la nada; cuando me acerqué para hablar con él, me miró con unos ojos tan claros que supe que era ciego. A continuación, me senté al lado de él y comenzamos a hablar. Él me contó cómo perdió a su perro y lo mal que lo había pasado. El hombre me dio las gracias y quiso saber el nombre de aquel joven que le había devuelto su perro. Al decirle mi nombre completo, el hombre se quedó perplejo, y quiso saber si mi abuelo se llamaba Juan Medina Alonso. Yo me extrañé y a la vez me puse un poco triste; cuando asentí, el hombre, ya no tan sorprendido, me contó que conoció a mi abuelo; eran muy amigos y siempre estaban juntos. Yo le pedí que me contara todo lo que se acordaba de él y lo que habían hecho de pequeños, ya que no lo pude conocer. Cuando acabó, le di las gracias porque me alegré mucho que me contara todo aquello. Porque si no, no hubiese ocurrido este reencuentro.
Cristina López Madrid 2ºB





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