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miércoles, 23 de enero de 2013

Zubia, de Rafael Guillén


              Alumnos del IES Laurel de la Reina (La Zubia) y copia de Gustavo Doré,                         realizada por Manuel Beltrán .










Ayuntamiento de La Zubia
          Zubia
De pronto, y no es posible
porque el recuerdo en mí siempre ha corrido
por delante, de pronto,
pero es así, regreso,
tal vez para alcanzarlo y no buscarlo
refugio sino para
darle cuerda y en paz, regreso, digo,
a la Zubia, rastrojo
de mi segunda infancia, consumida
viendo caer las bombas
sobre los campanarios de Granada.
Cuadro de Manuel Beltrán


Digo aquí que la infancia
no es una edad feliz; los niños viven
un estado de gracia
pasiva, recreando a su manera
irreal la dureza
que los circunda.
Dibujo de Pilar Peris


Juegan,
yo jugaba, a la muerte y es la muerte
real la que les salta
a la mirada y no la ven, tampoco
yo la veía, y crean
su muerte de juguete , con soldados
resucitables, como si la vida,
porque sí, les siguiera
el juego.
y es posible
que sea así. Yo vuelvo
al tiempo aquel y no sé más; no intento
disolver las razones
que envuelven cada sinrazón; regreso
a aquella estrecha infancia –era la guerra:
pan de algarrobas, higos
resecos, roja pringue
de chorizos ajenos que se untaba
en el mendrugo-, vuelvo
al insomne cantar de las chicharras
en las eras, al salto
de la rana en la alberca, las huidizas
lagartijas, el trompo,
el cáñamo majado para suelas
de alpargata,
retorno
no buscando, poniendo
otros ojos, más tristes, a las tardes
aquellas de rabona, al desamparo
-padre murió, mamá se iba al trabajo
en la ciudad, su velo
Iglesia de La Zubia
de viuda, su lucha,
la abuelita rezaba, ¡niños, niños!,
mi hermano siempre al lado- no buscando,
endureciendo aquel como vacío
de la orfandad que apenas sí llenaban
fusiles y banderas,
aquella como niebla
alcanfor y de espanto que mi madre
se traía en los ojos,
vuelvo, digo,
a La Zubia, el tranvía, los olivos,
el callejón, los pinos
Laurel de la Reina
de Corvales, la cueva, el Barzaín,
la “huerta grande” con la encina, vuelvo,
el laurel de la Reina, a ver si subo
otra vez a la torre
de la iglesia y empujo,
tan alto, todo un tiempo comprimido,
todo un dolor aquel, hacia otros pagos.
Y que arraigue en lo vivo, todavía
puede ser, y que crezca y que retoñe.

(Cancionero-guía para andar por el aire de Granada)
Iglesia
Rafael Guillén

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