GRANADA-ATLÉTICO DEL
MADRID:CON LO JUSTO
No cabe duda que el Granada ha mejorado su rendimiento en los últimos partidos. La actitud del equipo es otra, empezando a creerse que está capacitado para luchar y ganar. Anquela parece haber dado con las piezas del equipo titular, un once donde caben pocas dudas sobre los elementos que los componen, a excepción de algún puesto de la zaga que aún parece mejorable. El problema es cuando hay que remontar y tirar de banquillo. Los revulsivos brillan por su ausencia.
No mereció la derrota el equipo
rojiblanco. Como en el encuentro ante los bilbaínos, un empate
hubiera sido un resultado más justo. Sobre todo porque la primera
parte de los granadinistas fue muy buena, maniatando al Atlético de
Madrid y proyectándose en ataque con gran calidad, aunque faltó la
suerte para haber traducido en gol el buen juego desplegado.
Todos los jugadores estuvieron a gran
nivel durante la primera parte, pero la chispa y la calidad suprema
se concentraron en la cabeza y botas del francés Brahimi, un jugador
con un presente ilusionante y un futuro que puede ser de gran
estrella. Su cabeza siempre piensa en construir, en fintar para
avanzar, y de sus botas salieron los mejores momentos del Granada.
Lástima que no acompañara la suerte en una gran jugada de
contra-ataque donde enlazó con rapidez, elegancia y precisión con
El Arabi y Torje, impidiendo el palo lo que debió convertirse en el
justo premio a un primer periodo en que el Granada fue superior a los
madrileños.
El descanso hizo reaccionar a Simeone.
Sacó del campo a un apático y perdido Adrián, y puso en su lugar a
un guerrero como Diego Costa, que empezó a crear dificultades a la
zaga local. Cerró la banda izquierda del ataque del Granada, donde
ya ni Benítez ni Siqueira penetraron con tanta facilidad como en la
primera parte. El Atlético empezó a crear peligro y tuvo la suerte
que en la primera ocasión clara que generó consiguió adelantarse,
haciendo bajar muchos enteros la moral del equipo local, que se vio
fuertemente castigada en relación a los méritos contraídos en la
contienda hasta ese momento.
El equipo echó en falta rápidamente a
Brahimi, pues Orellana está en un estado de ofuscación perpetua de
la que no sale, por más oportunidades que se le den, e hizo
rápidamente añorar al francés. Su desacertada actuación coincidió
con la fractura del equipo, que se alargó en exceso a raíz de su
entrada al terreno de juego. Ighalo casi ni la tocó, una vez que el
Granada perdió el balón definitivamente y fue incapaz ya de generar
una sola ocasión de peligro a pesar de la superioridad numérica. El
propio El Arabi, muy participativo e incisivo durante la primera
mitad, despareció durante muchos minutos de la segunda parte del
partido, y en los estertores del mismo retrocedió desesperado a
reclamar la pelota a posiciones donde no es peligroso ni útil.
A pesar de la mejoría en la actitud
del equipo, de que éste empieza ya a mostrar una cara reconocible y
un juego interesante mantenido durante más minutos que en los
primeros partidos, las prestaciones de los rojiblancos como locales
arrojan un bagaje muy preocupante. Se han disputado seis partidos
como locales, de los que sólo se ha vencido en uno, se han empatado
dos, y se han perdido tres, estos últimos de manera consecutiva. Es
cierto que entre los rivales recibidos se encontraban Sevilla y
Atlético de Madrid, con plantillas muy superiores a la granadinista,
pero se ha sucumbido ante Zaragoza y Bilbao, equipos de mitad baja de
la tabla clasificatoria, y no se ha superado al Deportivo, que parece
como el Granada llamado a luchar por la permanencia. Se podrá aludir
que las dos últimas derrotas en casa han sido injustas:
probablemente ni Athletic de Bilbao ni Atlético de Madrid merecieron
llevarse los tres puntos. Pero el equipo debe mejorar en sus datos
como local, pues la permanencia debe asegurarse fundamentalmente
desde los puntos obtenidos en los partidos de casa.
Pablo Santiago Vázquez 4ºA
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