Lidia
Un señor resguardado en un sillón, se le ve alto y delgaducho. Aparentemente
parece bastante sometido en interés por los libros de caballería.
Su mirada nerviosa, contempla en sus concentrados y soñadores ojos, como la
emoción de la historia los mantiene vivos.
Su cara es ovalada, chupada, que expresa el paso de los años por cada arruga
de su piel que se marca en su frente amplia cuando alza la mirada.
Sus cejas delgadas y arqueadas, dan forma serena a su cara.
Su nariz es larga y recta, acompañada divertidamente por un bigote con forma
de cuernos, dónde su larga barba acompaña a sus labios finos y estrechos.
Mirando más alejados de él, contemplamos como sus manos firmes, se mueven
con ágiles por la emoción y sus piernas flacas, se posan en el suelo, rodeadas de
libros.
Su piel es pálida, como su pelo, plateado, a la luz, excepto por sus mejillas deshinchadas y caídas, que vuelven rosáceas con el contacto del calor.
Se muestra un hombre energético, soñador y decidido ante todo, presumido
en frente de las batallas, pero al fin al cabo...Es como un niño, bobo y iluso.
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