Éste es el primera graduación de alumnos de Bachillerato en el IES Laurel de la Reina. Reflexionan los alumnos que se han graduado y los profesores:
Podemos hablar sobre mi paso por el
instituto desde un plano académico y desde el punto de vista de la
amistad.
Refiriéndome a los estudios, los
cuatro años de la ESO no han sido extremadamente difíciles ni
estresantes, pero sí motivadores. Cada profesor ha poseído un
carisma inigualable y cada uno ha sabido transmitir su campo de
conocimientos con excelencia y diversión. Gracias a eso, hoy tenemos
a futuros escritores, historiadores o, como es mi caso, matemáticos.
Luego llegó bachillerato, donde todo
se puso más duro y competitivo; por lo tanto, el sacrificio
necesario aumentó. Pero al igual que en la anterior etapa, los
profesores se mantuvieron cercanos a nosotros y la dosis de
dificultad se transformó en desafío y ganas de triunfar en lo
nuestro, ganas que aumentaron exponencialmente.
También puedo remarcar con seguridad
el carácter cálido, divertido y lleno de buenas emociones de las
amistades que he creado en el Centro. Casi todos mis amigos
pertenecen a este instituto y son una parte esencial en mi vida.
Aunque se suele decir que los amigos del instituto no son para
siempre, el sentimiento sí lo será.
Concluyo expresando el tinte familiar
que tienen los docentes. Es un instituto que ha sabido compatibilizar
la profesionalidad con el afecto personal. Nunca hemos estado solos
en nuestros problemas y la comperensión ha sido el idioma
significativo del lugar. A modo de ejemplo, mi profesor de
matemáticas, Andrés, junto con otros, ha conseguido impulsarme a
superar este último año, que ha sido muy difícil personalmente
para mí.
En definitiva, vicisitudes buenas y
malas han caracterizado mi paso por aquí, pero el balance final me
deja con un muy buen sabor de boca.
Javier Cuerva Heredia
El instituto ha significado una etapa
de gran confusión de sentimientos, agobio, felicidad, enfado,
incertidumbre,… etc.
Los cuatro años de la ESO, en
comparación con bachillerato (sobre todo el segundo año), son un
paseo, apenas tienes que estudiar para hacer un buen examen, los
deberes no son nada del otro mundo y tampoco es que haya un curso que
exija un mayor grado de dificultad .
El problema es cuando llegas a
bachiller con mentalidad de la ESO; al menos ese es el caso de la
mayoria de los de nuestra promoción. Al estar en el mismo ambiente,
con los mismos compañeros, los mismos profesores , realmente parecia
que estábamos en 5º de la ESO. Y esa fue nuestra perdición.
Primero de bachillerato fue un curso en el que me di cuenta de que
tenía que esforzarme cuando casi lo estaba acabando, por desgracia,
ya que la nota de primero y segundo de bachiller traen media para
luego poder acceder a una carrera. Aún así no me desanimé, y por
muchos exámenes que tuviera, que eran muchos, siempre seguía
adelante, intentando estudiar lo que podía y como podía. Y así fue
primero de bachiller, un curso en el que mi prioridad fue sobrevivir.
Segundo de bachiller puede ser todo lo
malo que uno se pueda imaginar: muchos exámenes, la selectividad (lo
que te obliga a terminar antes el curso y ,como consecuencia, tener
más exámenes en menos tiempo). Y al pensar en todo esto, es normal
que la gente se estrese y se agobie, pues no es un curso nada fácil.
Así comenzó el curso, agobiado por la avalancha de exámenes que
tenía en noviembre, dos meses después de empezar el curso. Sin
embargo, en el segundo trimestre, conseguí pillarle el truco a este
curso. No se trata de estudiar todos los días o repasar en un rato
lo que has hecho esa misma mañana, sino simplemente hay que saber
organizarse el tiempo y comenzar a estudiar un examen exactamente 7
días antes. Así es como he conseguido sacar un decente segundo de
bachillerato. Un curso que realmente echaré de menos porque supone
el fin de una de las mejores etapas de mi vida, donde he hecho unos
amigos geniales y con los que he compartido momentos mágicos durante
estos 6 años, y sin duda es lo mejor que me llevo de mi estancia en
el IES Laurel de la Reina .
Santos Jiménez Collado
Cuando entré en el instituto, me sentí
mayor; todo era nuevo, dejaba atrás la primaria. Este sentimiento se
desvaneció rápidamente al ver dónde me estaba metiendo. En cuanto
a estudiar, no me resultó complicado aprobar y, en general, no creo
que lo sea. Sólamente tienes que prestar atención y mirarte el
temario un poco en tu casa los días anteriores al examen para pasar
el curso.
El cambio de ambiente y mentalidad, sin
embargo, se dio en tercero de la ESO. Igual por el trato con los
profesores que dejaron de estar cuidando de nosotros o igual por el
hecho de tener más asignaturas diferentes a primaria, en las que
debíamos movernos de aula.
Comenzamos a elegir nuestras
asignaturas, entrando más en nuestro ambiente y encontrando ya a
nuestras verdaderas amistades. Tenía una sensación de fin de una
etapa, puesto que hasta el fin del cuarto año no supimos que iban a
poner bachillerato.
Este año, en comparación con los años
anteriores, en materia de salud mental, ha sido una agonía,y toda
la presión de estar jugándonos nuestro futuro; ha sido horrible.
Sin más que decir, así me despido.
Manuel Gachs 2A
Todos entramos al instituto con un
cúmulo de sentimientos; algunos buenos, ya que nos sentíamos
mayores, estamos creciendo y comenzamos una nueva etapa de la vida;
otros eran malos, precisamente por esa misma razón y por el simple
hecho de que empezamos una época dura y difícil, donde tenemos que
mirar hacia el futuro.
Una vez que entramos aquí, estas
emociones cambian, conocemos a gente nueva, compañeros nuevos y
profesores, que algunos nos agradan más que otros pero al final
conseguimos adaptarnos a todos.
Terminamos esta etapa felices, pero
sabemos que aquí no acaba,que seguimos con el último tirón u con
el último esfuerzo el grandioso bachillerato.
Pensábamos que no íbamos a hacer aquí
bachillerato pero consiguieron hacer una ampliación del instituto
Laurel de la Reina.
Seguimos aquí nuestra eatapa y aquí
la terminamos; dejamos en el recuerdo todos estos años y todos
estos compañeros, las alegrías, el estrés y las emociones; sin
embargo, no todo se queda aquí, ya que nos llevamos a los amigos que
hemos hecho por el camino .
Andrea Gómez Osuna
Muchas
veces
me dijeron que el instituto era un mundo totalmente distinto al colegio, y ¡qué razón tenían!. Aún recuerdo con cariño aquel septiembre de 2011 cuando entré por primera vez al instituto. De pronto, me encontré inmersa en un sinfín de nuevos cambios: nuevos profesores, nuevos compañeros, una forma diferente de enseñanza... Recuerdo que entré un poco asustada; no conocía a casi nadie, a excepción de mis compañeros de colegio y un primo que estaba en un curso superior.
me dijeron que el instituto era un mundo totalmente distinto al colegio, y ¡qué razón tenían!. Aún recuerdo con cariño aquel septiembre de 2011 cuando entré por primera vez al instituto. De pronto, me encontré inmersa en un sinfín de nuevos cambios: nuevos profesores, nuevos compañeros, una forma diferente de enseñanza... Recuerdo que entré un poco asustada; no conocía a casi nadie, a excepción de mis compañeros de colegio y un primo que estaba en un curso superior.
Pero
la aventura ya había comenzado y no había marcha atrás. Cuando
entré por primera vez a mi clase, no me gustó nada, apenas conocía
a nadie y había muchos mayores repitiendo que me daban un poco de
miedo. Y a esto hay que sumarle el miedo que nos daban a todos los de
primero pasar por la rampa donde estaban los grandes. No fue un curso
para recordar, pero de él me llevo el hecho de haber conocido a
grandes amigos que me han acompañado a lo largo de estos años.
Tras
acabar, llegó el segundo curso, y ahora la clase sí que me gustaba.
Estábamos muy unidos. Recuerdo como en los intercambios la clase
parecía otra, las mochilas y los estuches volaban. También recuerdo
aquellas mañanas a primera hora en clase de matemáticas cuando no
podíamos dar clase porque nuestra clase tenía goteras. En este
curso también estuvieron las olimpiadas matemáticas, a las que me
presenté y confirmé mi pasión y admiración por las matemáticas a
pesar de no ganar.
Y
llegó tercero… y con él un viaje al que no le encontraba sentido
en este curso. Se supone que los viajes “grandes” se hacen cuando
se acaba una etapa y no a mitad, pero bueno. Este viaje nos dejó a
mí y a otros compañeros sin poder ir por cuestiones económicas.
Fue un poco duro ver cómo todos mis amigos se iban a Londres y yo me
quedaba aquí, pero era más pequeña y ahora lo veo con otros ojos.
Cosas como ésta me han hecho valorar las cosas y crecer como
persona. En este curso también comenzamos con el temido mundo de la
física y química. Por suerte nuestro profesor Juande nos la hacía
más amena con sus experimentos, y siguió haciéndolo durante 3 años
más.
Y
por fin llegó cuarto, el último año que pensaba que iba a pasar en
este instituto. Pero no. A mediados de curso, tras muchos esfuerzos
de la dirección, consiguieron poner bachiller. Cuarto es un curso
que recuerdo con mucho cariño, tanto a nivel personal como
académico. En este curso descubrí mi pasión por las ciencias y que
en un futuro quería trabajar en algo relacionado con ellas. También
estuvo uno de los mejores viajes de mi vida. Fue genial pasar una
semana en Italia junto a mis compañeros. Me llevo muy buenos
recuerdos del viaje y de las noches que pasabamos en vela jugando a
juegos.
Y
tras el verano empezó el temido bachiller. Pero el cambio no se notó
apenas. Era como una continuación de cuarto, porque continuabamos
con muchos de los profesores que habíamos tenido en la ESO. Fue un
año difícil a nivel personal, y yo ya empecé a notar la presión
de la nota para la carrera que quería hacer.
Pero
lo que más se me hizo cuesta arriba fue segundo de bachiller. Aquí
sí se notó el gran cambio. Es un año en continua presión por la
nota, con demasiadas cosas que estudiar en un tiempo muy reducido y
en donde se desea continuamente tirar la toalla. De repente,
compaginar la vida social y los estudios se volvió muy difícil.
Tienes que estudiar muchísimas cosas, y yo hasta tuve que recurrir
al café a pesar de que no me gusta para poder seguir. Y lo peor eran
las noches en las que no podía dormir por culpa de ese café y por
tener la mente tan saturada.
Pero
sin duda una de las peores cosas de estos dos años fue estar en
clase con gente que no quería aprender, que solo se dedicaba a
hablar y molestar. Por suerte, el año que viene llega la
universidad, y espero que la gente esté más centrada.
De
este curso también me llevo el recuerdo del maravilloso viaje a
Londres donde mis compañeros y yo realizamos un voluntariado en
Northwold Primary School. Estar allí me hizo mirar el mundo de otra
forma. La solidaridad, la igualdad… todo aquello que se podía
respirar en ese colegio y que por desgracia en muchos lugares falta.
Y
sin darme cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, llegó el fin de
bachiller y con él la tan esperada graduación.
Sinceramente
estaba deseando acabar y cambiar de aires, pero cuesta desprenderse
de estos seis años, y de las maravillosas personas que he conocido a
lo largo de ellos.
La
mayor gratificación que me llevo es que mi trabajo y mi constancia a
lo largo de estos años ha sido recompensado con la matrícula de
honor. Porque, a pesar de que muchas veces quise tirar la toalla, no
me rendí y seguí adelante. Con todo esto quiero animar a todo aquel
que esté leyendo esto a que persiga sus sueños y a que sea
constante, porque de esta forma podrá llegar lejos en la vida.
Sé
que es difícil mirar hacia atrás y resumir todos estos años en
unas cuantas palabras, porque sé que me estoy dejando momentos
importantes, pero este instituto me ha hecho crecer como persona y
eso es lo que me llevo. Entré siendo una niña inocente, y he salido
siendo una mujer madura, que sabe que quiere llegar lejos en esta
vida y que no se tiene que rendir ante las adversidades. Y ahora,
llegó la hora de poner punto y final a esta bonita etapa y empezar
una nueva en la universidad, de la que espero grandes cosas.
Noelia Garzón 2º Bach.
Llegó
septiembre, el último año para ellos. El primero para mí. El
principio, como decía Platón, “es la parte más importante de la
obra” y yo iba con mucha ilusión, pero también con mucho miedo,
ya lo dijo Stephen King “el momento que da más miedo es justo
siempre antes de empezar”.
Durante
mucho tiempo había escuchado todos esos comentarios y rumores que
hacen que prejuzguemos a personas o situaciones, en este caso al IES
Laurel de la Reina: “un instituto de segunda, donde todos los
alumnos aprueban, donde solo los que no quieren estudiar, los torpes
o los que se portan mal tienen cabida”. Supuestamente, los que
escapan a estas etiquetas son alumnos de otro instituto. Nunca había
sido capaz de pedir un destino que está tan cerca de mi domicilio
por todas las habladurías que circulan por el pueblo. Manuel Rivas
decía que “los rumores son como la crecida de un río, no se
pueden parar” y así lo entendía yo pero, al mismo tiempo ya se
sabe que “los rumores son llevados por hipócritas, difundidos por
tontos y aceptados por idiotas”. Y por supuesto yo no me tengo por
idiota. Quiso el destino que el llamado “concursillo” me
brindara la posibilidad de comprobar durante un curso, en primera
persona si todos esos rumores eran ciertos.
Llegó
el momento de encaminarme hacia el aula de 2º de bachillerato A,
tenía ganas de conocer a mis nuevos alumnos, de comenzar a dar
clase. Supongo que yo estaba igual de nerviosa que ellos. Cuando
los tuve frente a mí los vi bastante normales. Pero desde luego, no
era así, ni mucho menos normales, han sido muy buenos alumnos,
educados, cariñosos, dispuestos a aprender, a mejorar, a escuchar
siempre, bueno dejémoslo en casi siempre, pues los viernes a última
hora también me ha costado lo mío. Al despedirse de mí han
destacado mi sonrisa los miércoles a primera hora pero, lo cierto
es que las tres horas a la semana que he pasado con ellos estos meses
han sido las mejores para mí. Esperaba con ansia el momento de
entrar en su clase. “La función de la
educación es enseñar a pensar intensa y críticamente. Formar
inteligencia y carácter” dijo Martin Luther King. Esa es la meta
de la verdadera educación y es lo que yo he pretendido y creo haber
conseguido. Todos ellos, en mayor o menor medida, han aprendido a
hacer un juicio crítico razonado y argumentado sobre cualquier tema.
En
este camino que hemos andado juntos, mis alumnos de segundo de
bachillerato me han demostrado que, desde luego de segunda no son. Y
gracias a ellos, lo que comenzó siendo un año de prueba se ha
convertido, por decisión propia, en un destino definitivo.
Francisca Hidalgo,
profesora de Lengua y Literatura.
Los profesores:
"¿Tú te acuerdas cuando...?"
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