-Vamos hijo, puedes hacerlo.
Heldet tensó el arco y apuntó
a su presa: un pequeño dragón pardo, que estaba ocupado devorando ansiadamente
el cebo de carne que habían preparado él y su padre. Entonces, disparó. Sin
embargo, en el último momento, le tembló la zarpa y la flecha fue a darle a un
tronco cercano al dragón. Aun así, fue lo único que el dragón necesitaba para
comprender que no estaba seguro con esos dos leones cerca de él. Y se alejó
volando.
Heldet observó tristemente que
su primera presa volaba, y pensó que ni siquiera un francotirador le ayudaría a
disparar mejor
Su padre, Shelder, se
decepcionó momentáneamente cuando vio volar al dragón; pero cuando observó a su
hijo apenado por errar el tiro, intentó animarle.
-Heldet, no pasa nada. Los
drakkan (espacialmente las crías) son difíciles de cazar, y mucho más si se
trata de matarlos. Que te cueste disparar con arco no significa...
-No te esfuerces, papá. Soy un
arquero realmente pésimo. Ni siquiera puedo manejar correctamente una pistola o
un hacha, y los demás cachorros de Liuhome suelen acertar con el arco y pueden
blander una espada con facilidad.
- Hijo, se perfectamente que
no te gusta cazar porque no soportas ver a un animal morir, pero que falles el
tiro intentando acertarle a un dragón la primera vez que vayas a cazar no es
nada del otro mundo. Y no digas que eres tan malo, que sabes luchar
perfectamente con tu daga. Además, ya va siendo hora de que volvamos a Liuhome;
falta poco para el mediodía. Probaremos otro día.¿De acuerdo?
-De acuerdo.
Heldet ayudó a su padre a
cargar las armas de caza que se trajeron y lo que quedó del cebo en los
caballos. El caballo de Shelder era un enorme alazán adulto color del ébano ,
mientras que el potro de Heldet era un pequeño potro de pelaje marrón. Cuando
se dispusieron a partir para Liuhome, Heldet se acordó del sueño y, antes de
que Shelder montara, le preguntó:
-Oye, papá...
-¿Sí, Heldet?
-¿Tú sabes lo que significa
“Zexel”?
Cuando acabó la pregunta, miró
a su padre, y, la impresión que dió su padre en ese momento la recordaría para
el resto de su vida, pues su cara estaba paralizada con una horrible mueca de
terror. A Heldet le daba miedo ver así a su padre, pues la única vez que se asustó lo más cercano a esa expresión fue
cuando un par de leones entraron en Liuhome, y eso que cenaron estofado de liu
esa noche.
Heldet, viendo que su padre no
le daba una respuesta a su pregunta, insistió:
-¿Qué significa Zexel, papá?
Shelder tuvo que resignarse al
hecho de que su hijo no pararía de preguntar a menos que obtuviese una
respuesta que valiera.
-¡Vale, vale, te diré lo que
significa Zexel!
-¡Por fín!
-Sin embargo, antes quiero que
me prometas dos cosas. Primero, que no volverás a preguntar algo parecido el
resto de tu vida, y segundo, que no le digas a tu madre que te he dicho lo que
significa la palabra esta; no quiero que diga que te asusto o te traumatizo.
-¿Por qué?
-Porque Zexel significa
“demonio” en múltiple.
Shelder pensó que diciéndole
la respuesta, Heldet se acobardaría. Sin embargo, pasó mas bien lo contrario:
Heldet se quedó defraudado.
-¿Solo eso?¿Te has puesto así
solo por una palabrita que significa demonio? Pues vaya fiasco, pensaba que
sería algo que si daba temor.
-Si fuera en español o
noruego, tal vez. Pero lo malo del idioma múltiple es que las palabras siempren
se refieren a algo que existe o existió. Por ejemplo, Liuhome. En múltiple,
Liuhome significa “El hogar de los leones”, y básicamente lo es. O ne, que
significa humano, los cuales ya no existen.
-¿Y eso que tiene ver?
-Significa que los demonios
existen, o existieron. Y aunque probablemente no todos sean malos, seguramente
todos nos verían como un alimento sabroso o como seres inferiores. Y no importa
el rol que tengan en cualquier religión o cultura, no dejan de ser monstruos.
¿Te vale eso?
-Sí.
-Bien, pues entonces volvamos
a casa.
Cuando terminaron de cargar
las cosas, montaron en los caballos y partieron al trote hacia Liuhome. A
Heldet le encantaba montar a caballo: se sentía libre, unido con su potrillo y
con ganas de cabalgar por toda África. En realidad, era lo único que hacía
bien, aparte de pelear; cuando tenía tiempo libre, y cuando no tenía ganas de
estar con los otros cachorros, solía pasar el rato en las cuadras cuidando al
potro. Shelder se lo regaló el día de su décimo cumpleaños porque pensó que a Heldet le vendría bien
recordar que los hombres-león son buenos domadores de caballos.
Sin embargo, cuando faltaba
solo un kilómetro y medio para llegar a Liuhome, Shelder cayó en la cuenta de
que, aunque Heldet le preguntó que significaba Zexel, no le dijo dónde la había
oído.
-Una pregunta, Heldet.
-¿Qué pasa?
-¿Dónde has escuchado Zexel?
Que yo sepa, nunca la habrás oído mencionar en tu vida ni una sola vez.
Entonces Heldet le contó lo
del sueño: la horda, la pelea, el dragón demonio... Cuando terminó de relatar
lo que vivió, Shelder se echó a reír. Cuando terminó de reir, lo que tardó un
buen rato, le habló a su hijo.
-Heldet, que hayas oído una
palabra en un sueño no es extraño; es más, ya sabes la propiedad que tiene el
idioma múltiple.
Heldet se llenó se ira. Empezó
a enojarse con las carcajadas de su padre, pero su último comentario le enojó
de sobremanera.
-¡Mira, si se lo hubiera a
otra persona y se hubiera reído, no me importaria; pero que lo haga mi propio
padre es bastante indignante!
-Vale, perdóname por reírme de
tu sueño; no lo volveré a hacer otra vez.
-Bueno, eso está mejor. Volvamos
a casa, pap... ¿Qué es eso?
Heldet señaló una débil pero
claramente visible columna de humo que estaba por el norte
-¿El qué, Heldet?
-Allí hay una columna de humo,
donde debería estar...Liuhome.
Ambos pararon los caballos,
descabalgaron y, observando la columna de humo, intercambiaron miradas de
preocupación.
-Parece que proviene de
Liuhome- dijo Shelder.
-Ese no es motivo para que el
humo signifique un ataque o un incendio- respondió Heldet.
-Tienes razón; podría ser
cualquier motivo: una fiesta, una barbacoa, una hogue...
Shelder no pudo terminar la
frase; un horrible ruido le había interrumpido. Para ser más exactos, el
disparo de una sítfire. De escopeta.
Se volvieron a mirar, pero con
miradas de entendimiento. Acto seguido partieron al galope. Tardaron solo
quince minutos en llegar a Liuhome. Sin embargo, lo que vieron no les gustó
nada.
Liuhome estaba sufriendo un
ataque. No todo el lugar estaba en llamas, pero sí lo estaban las cocinas y las
cuadras. Y lo único que se oían eran gritos de dolor, gritos de socorro, risas
malvadas, sonidos de metales entrechocando y disparos.
-¡¿Qué está pasando?!- le
preguntó Heldet a su padre.
-¡Nos atacan!¡ Sígueme,
vamos!- le respondió este.
Acto seguido, Shelder
descabalgó y cogió su espada, su escudo y su rifle.
-Heldet, escúchame; alguien
está atacando Liuhome, y no llevamos las de ganar. Sin embargo, nos quedan
posibilidades. Quiero que cojas la daga que te regalé, montes en el caballo y
te vayas con los demás , mientra que los otros leones y yo intentamos...
-¡Papá, yo también quiero
combatir!
-¡Sí claro, para que te maten!
Ahora su padre le gritaba, y
tenía montivos. Su hijo nunca había combatido, y en los entrenamientos con
armas de cuerpo a cuerpo solo cogía su daga. Aú así, a Heldet se le daba bien
dar arañazos con las garras y, si podía, daba mordiscos. Pero Shelder no quería
arriesgarse a que su hijo pereciera en un combate.
-Heldet, si no quieres irte a
un lugar seguro, por lo menos llevate a tu caballo contigo. Si ganamos, quiero
que vuelvas con el resto. Pero si perdemos, prométeme que no dejaras que te
capturen.¿Me has entendido?
-Sí te he entendido-respondió
su hijo.
-Bien, y ahora, ¡vete!.
Y Shelder monto en su caballo
y marchó hacia una enorme hoguera. Pero si hubiera mirado hacia atrás, habría
sabido que su hijo no le había hecho caso. Como él cuando era un cachorro.
Cuando Shelder se hubo alejado
lo suficiente, Heldet descabalgó, desenvainó su daga y, soltando a los
caballos, se fue hacia una de las puertas y entró. Lo que encontró dentro era
horrible: había varios cadáveres en el suelo con heridas de balas y otros con
flechas clavadas en el distintas partes del cuerpo. La mayoría de los cuerpos
eran de leones, pero había algunos que le llamaron la atención: eran enormes,
de unos dos metros de largo, con una horrible cara, una boca con dientes
sobresalientes, piel azulada, ojos negros y armadura de bronce.
- Trasgos- dijo para sí .
Nunca había visto ninguno de esos trasgos, pero sabía como eran los nruskas
porque frecuentemente una caravana de comerciantes trasgos se acercaba a
Liuhome; les compraban armas, víveres y otras cosas a los liune, y a cambio los
nruskas les vendían comida, herramientas, caballos e incluso dragones, aunque
pequeños. Esto, sumado al hecho de que solían venir una o dos veces al mes, los
convertía en buenos amigos de los leones. Pero los trasgos que atacaban Liuhome
no parecían amistosos.
-Vaya, vaya. ¿Qué es lo que
tenemos aquí?- oyó decir a una voz a su espalda.
Heldet se giró lentamente y
con miedo, y vió a un nruska enorme que lo estaba encañonando con un AK-47. Y
lo estaba mirando con una sonrisa horrible.
-Quedate quieto y a los mejor
te disparo en la cabeza.
-¿Y que pasa si no lo hago.
-Adivínalo- y disparó. Sin
embargo, Heldet consiguió esquivar la ráfaga de balas y se cubrió con un escudo
que cogió de uno de los cadáveres. Las balas repiqueteaban el escudo, pero no
lo atravesaban. En ese momento, el rifle
se encasquilló. El nruska, enfadado, soltó el arma y desenvainó una
espada corta. Heldet, viendo que tendría que combatir cuerpo a cuerpo, levantó
el escudo (con dificultad) y, con un grito de guerra, cargó contra el trasgo
daga adelante. Sin embargo, no tuvo en cuenta que el trasgo era más grande,
astuto, fuerte y mayor que él, y éste solo tuvo quedarle un puñetazo en la cara
con su enorme puño para tirar a Heldet al suelo. Viendo que el nruska levantaba
la espada para rebanarle la cabeza, cerró los ojos y esperó. Sin embargo, la
espada no llegó a tocarle el cuello, pues algo atacó al trasgo y, fuera lo que
fuera, haciendo que el trasgo diese gritos de dolor y agonía, lo mató. Después
se oyó un ruido de algo que es lanzado.
Heldet tenía miedo de lo que
vería si abría los ojos. Porque lo que mató al nruska era grande,
suficientemente grande como para matar a un trasgo de más de dos metros de
altura y lanzarlo a una buena distancia. Pero la curiosidad le pudo y, al
final, los abrió, y entonces pensó que tal vez la pesadilla podría ser un sueño
premonitorio. Porque había un dragón enorme, de unos ocho metros de largo y
cuatro de alto, con cuernos sobresalientes al lado de las orejas, cola
terminada en pinchos y cara de varano. De sus ollares salían chispas ardientes.
Y le resbalaba sangre por los costados de la cabeza. Pero lo que más le daba
miedo a Heldet eran sus ojos; eran exactamente iguales a los del “dragón” del
sueño.
Heldet se quedó ahí quieto,
pensando que el monstruo lo devoraría. Pero el dragón no se movió; parecía
pensar en algo. Pero no dejaba de mirar a Heldet. Fuera, se oían ruidos de
pelea, pero parecía que los trasgos empezaban a perder contra los liune.
“Posiblemente porque mi padre ha llegado”, pensó Heldet. Pero ahora estaba
ocupado pensando que le haría el drakkan. Pasaron veinte minutos así hasta que
el dragón se decidió a hacer algo: rugió y le lanzó un mordisco a Heldet. Este
lo esquivó a duras penas, pero no quería quería que los dientes lo alcanzasen
pues, si no se equivocaba, los dientes de los lagartos gigantes tenían
bacterias letales que los varanos usaban para cazar. Y el dragón tenía cara de
varano.
El dragón paró de lanzar dentelladas, pero
solo lo hizo para lanzar una bola de fuego. Heldet se volvió a proteger con el
escudo, pero las llamas eran demasiado calientes, y derritieron el escudo.
Algunas gotas de metal líquido impregnaron la piel de Heldet, y este chilló de
dolor por las quemaduras. Instintivamente acuchilló el cuello del dragón (el
bicho se había acercado dos metros ) y, sorprendentemente, este gimió de dolor;
no era invulnerable. Sin embargo, este consiguió darle un mordisco en la cola.
No solo le dolió a Heldet, sino que incluso sintió que las bacterias entraban
en su torrente sanguíneo.
-¡Si muero, tu te mueres
conmigo!- gritó el cachorro, y saltó sobre el cuello del dragón. Pero el animal
giró y Heldet cayó en su espalda, donde nacían las alas. Heldet se quedó
aturdido unos instantes, y cuando vió al dragón, descubrió que este estaba
mirando al techo. Heldet se asustó, pues esto solo podía signifocar una cosa.
El dragón iba a alzar el vuelo... rompiendo el techo de Liuhome en el proceso.
-No lo hagas- gimió lastimero
Heldet. Demasiado tarde.
El monstruo alzó el vuelo y
rompió el techo de piedra de la entrada. La luz del Sol africano impidió a
Heldet ver al principio, pero cuando pudo, comprobó como iba la batalla. Los
leones estaban ganando a los trasgos, pero no se debía al regreso de Shelder,
sino que los comerciantes trasgos habían llegado en el momento justo. Heldet
supo que eran ellos porque no atacaban a los liune, sino a los nruskas
enemigos. Aparte, montaban a caballo y tenían espadas y lanzas, no solo rifles.
Y llevaban túnicas de viaje en vez de armaduras. A lo lejos vió a su padre
luchar junto al lider de los comerciantes, Krou, un enorme y robusto trasgo.
Pero en ese momento, Krou señaló a Heldet, y Shelder, siguiendo su mano con la
mirada, vió con horror que su hijo estaba encima de un dragón. Pero Krou tiró
de él, pues el dragón le lanzó una llamarada, y por poco le alcanzaba. Shelder
tenía miedo de que el dragón matase a Heldet, o que este cayese a una muerte
segura de cuarenta metros. Pero el sentimiento no era recíproco, porque Heldet
solo pensaba en buscar una forma de matar a la bestia, y el veneno del monstruo
empezaba a marearlo. Pero el dragón estaba ocupado lanzando ráfagas de fuego a
los leones y a los comerciantes. Entonces vio un resplandor dorado donde nacía
el cuello. Solo podía ser una cosa: el corazón del dragón. Heldet perdió la
daga cuando el dragón saltó, pero pensó que con un mordisco acertaría en el
corazón igualmente. Ya se preparaba para morderlo cuando cayó en la cuenta de
que estaban a demasiada altura como para sobrevivir. Heldet pensó una forma de evitar la muerte cuando
pensó en un libro humano que tenía guardado en su armario. Solo había una
manera de sobrevivir a una caída así... Y podría no funcionar.
“Si es la única manera, que
sea lo que Lás quiera” dijo a sus adentros, y mordió el cuello del dragón.
Sonrió para sí cuando algo pegajoso y cálido tocó su hocico, pero se imaginó
que la sangre también podría tener bacterias de varano, aunque era improbable.
El dragón, entonces, soltó un chillido de agonía horrible, como si estuvieran
torturándolo. Se agitaba demasiado, demasiado, demasiado... Y entonces Heldet
cayó.
Heldet gritó de terror, y
Shelder y Krou también. Solo le quedaban a Heldet veinte metros para chocar
contra el suelo cuando vio el cadáver del dragón a su lado. Heldet no dudó en
agarrarse de nuevo al lomo del monstruo, y lo consiguió en el momento justo en
el que el cuerpo chocó con un estrépito, soltando llamas, sangre y otras
cuantas sustancias de dragón. Heldet se levantó a duras penas, pero entonces el
mordisco del dragón hizo mella en él y volvió a caerse. Antes de desmayarse,
vio que los atacantes huían y que su padre y Krou corrían hacia él.
Antonio Gutierrez Vargas
Este va a ser el Tolkien español. Sigue así. Un saludo. Manü. Sinpatia.
ResponderEliminarTolkien no. A mi me gustaria ser el Laura Gallego andaluz y hombre
Eliminar¿ Laura Gallego andaluz y hombre? xD
EliminarHistoria llena de imaginación y buena redacción. Las desceipciones son impresionantes. Enhorabuena Antoñete. Tu amigo Paco
ResponderEliminar¿Matar dragones? ¿Es que te has basado en el Skyrim?
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