Lo
que pienso cuando veo a la mujer:
Imagen tomada de Pinterest |
Esa
mujer está pasando por una mala racha, su familia se está
deshaciendo, el marido ha perdido su trabajo y se consuela con el
alcohol, tiene 3 hijos los cuales tiene que mantener, y ella tiene
una miseria de sueldo, sale al balcón para desahogarse, para tomar
aire y seguir con la lucha, tiene que pensar en sus hijos, en el
marido, el trabajo, la casa… Pero se está olvidando de sí misma,
sólo piensa en los demás. Su marido se gasta los ahorros que tenía
en los bares, en las máquinas tragaperras… La mujer se encuentra
desesperada ya que no puede cubrir las necesidades de sus hijos y eso
le va consumiendo por dentro. Tiene que salir adelante como sea. Está
cansada de su marido y ha decidido hablar con él para llegar a un
mutuo acuerdo, pero él se niega y la golpea; a partir de ese
momento, ya nadie lo frena, el maltrato cada vez es mayor y
constante. Ella prefiere quedarse callada, ya que no quiere darles un
mal trago a sus hijos, quienes son demasiado pequeños para darse
cuenta de la situación. Por eso ella sale al balcón, se siente
arrinconada y amenazada y necesita ver el mundo para abrir los ojos,
pero mientras tanto sigue encarcelada en esa cárcel que es su vida.
Lo
que la mujer piensa al verme a mí:
Se
ven tan felices esas personas, pasean sin miedo, sin que nadie les
diga qué tienen que hacer y qué no. Se ven alegres los niños
jugando, están en plena infancia y para ellos todo son risas,
juegos… y sin embargo, mis pequeños viven en la miseria, sin poder
tener los juguetes que desean, la ropas que a mí me gustaría que
llevaran… También se ve a esa pareja del banco unida, se les ve
enamorados, y cómplices el uno del otro. Ella no teme que él la
toque, pero yo,… yo tiemblo cada vez que siento a mi marido cerca
de mí, cada vez que noto su presencia. Y aquellas niñas, se ven ya
mayores, yo diría que adolescentes, por la forma de vestir, de
bromear… Les aconsejaría que disfruten al máximo, y que no se
dejen llevar por nadie.
Alba Merino
Imagen tomada de Carmina Blog literario |
Yo
me imagino que, tras la ventana donde reposa la mujer, hay una
habitación; en ella, se encuentra su esposo, él está enfadado, la
trata como a una criada que no puede salir a menos que no sea para
hacer la compra.
Se
ve un hogar destruido donde no habita el bienestar. Los niños están
preocupados por sus padres, ellos no quieren que se separen.
Puedo
ver cómo la mujer observa a la gente del parque con envidia, aunque
en su rostro pueda verse una expresión seria.
La
mujer mira al exterior con varias expresiones: envidia, nostalgia,
enfado…
Envidia
porque su relación no es así y sabe que nunca lo será con aquel
hombre.
Nostalgia
porque recuerda cuando su relación era así, antes de casarse.
Enfado
porque los demás tienen la relación que ella no tiene.
Ángela Montoya
Imagen tomada de Suny Gonzales |
Cuando
me asomo a la ventana, veo una sociedad de mierda, donde no todas
pero muchas de las mujeres están sometidas a las órdenes de
hombres, veo una sociedad en la que dos chicos o dos chicas no pueden
darse un beso en público por el miedo al qué dirán. Gente que
critica y desprecia a otras por el simple hecho de ser diferente. Ha
sido difícil pero al final, después de trece años me he dado
cuenta de que a la escuela venimos a aprobar y no a aprender. Nos
enseñan cosas que al final no todas nos van a servir, pero no nos
enseñan a utilizar un preservativo, a votar, a mí nadie me enseña
a pagar impuestos ni si estos son robados inflando los presupuestos …
creando engranajes para ganar dinero sin enseñarte las bases de la
economía primero; es fácil manejarnos con la cabeza bien hueca sin
saber lo que aceptamos al firmar nuestra hipoteca; aún tengo mis
cuadernos de estudiar,... hasta en verano pero nadie me ha enseñado
mis derechos humanos, me enseñan números romanos que nunca
utilizaré pero no primeros auxilios que podrían salvar vidas;
aprendo sobre el espectro de la luz que no se ve pero nunca a comer
sano o cultivar mi comida, nadie me enseña a conseguir un trabajo
pero si no destaco yo voy a ser el fracaso. Te imponen la religión,
no importa qué puedas sentir, me habláis de paz y me educáis para
competir, jamás me han mencionado las leyes de mi país, ni cómo se
aprueba una ley cuando es nueva, ni si yo puedo elegir o alguien
decide por mí, pero a mí me consuela que en la escuela se aprende
latín. Llegará un día en el que no dependa de mi familia y tenga
que hacer todas esas cosas por mí misma y si no lo aprendo ahora no
sabré . Tampoco entiendo por qué hay tanto político y tan mal
servicio sanitario, recortes en la educación … veo a personas que
no han llegado a nada en la vida por falta de un título; por
desgracia, no vemos la capacidad de una persona realmente... Imagina
que vas a una entrevista de trabajo y no tienes ninguna carrera pero
eres genial para esta profesión; eso da igual, no importa si eres
Einstein, sino el título. Es flipante cómo te rechazan en un puesto
de trabajo por el simple hecho de tener más de 30 años. Yo creo que
si le diesen una oportunidad a todas las personas que no la tienen,
probablemente tendríamos la cura para el alzheimer. El mundo no lo
van a arreglar los robots, que si le quitáis sus derechos les va a
dar igual, vamos a prohibir el fútbol y a prepararnos para la
tercera guerra mundial. Es triste cómo la ley te multa por luchar
contra el corrupto de este mundo. Nuestra conocida “generación
perdida”, una juventud aburrida y de aspiraciones prohibidas mentes
atrevidas, sometidas a ser prisioneros y que la única salida es
escapar al extranjero. Si es que todo cobra sentido cuando fabricar
idiotas es el único objetivo, y mucha gente dice... no, si los
culpables son los padres, si no educas bien a un niño, esa es la
historia interminable. Partimos de una base insostenible y si lo que
hay ahora es malo, es mucho peor lo que viene: ser feliz es un
derecho, pero se nos ha olvidado,... los niños queremos aprender,
pero no crecer para ser esclavos.
Lucía García
Andando
por la calle, vi una mujer asomada a la venta, me detuve y la observé
por unos instantes; parecía estar triste pero lo escondía bajo una
cara seria. Me preguntaba si le había pasado algo, si se había
peleado con alguien, si había visto cómo atropellaban al pobre
animal delante de sus ojos o que simplemente no tuviera un buen día.
A los pocos minutos, alzó la cabeza y me miró. Pude verla con mayor
claridad, aún con la cara seria; sus ojos rojos no escondían la
tristeza que guardaba dentro de ella. Me pregunto qué pensaría de
mí. En ese momento, seguí hacia adelante sin volver la mirada hacia
atrás y nunca más la volví a ver.
Hoy
necesito tomar el aire, no me encuentro nada bien: alzo la mirada y
veo cómo un lindo gato negro está cruzando la carretera, pero en
ese mismo instante un coche que llevaba dos minutos parado en mitad
de la carretera, decidió acelerar y lo atropelló. El coche siguió
su camino y ni se inmutó, mientras el gato empezó a aullar de dolor
y murió a los pocos segundos. Parece que los gatos no tienen siete
vidas. Ese desagradable momento me recordó el incidente de la
anterior noche: un asesino entró en mi casa, nos llevó al salón a
los tres y mató a mis padres delante de mí, dejándome a mí y
antes de irse me dijo al oído “cuando te hagas mayor, volveré a
por ti “, y se marchó por la ventana. Me sentía observada, así
que con tristeza en los ojos y una cara seria que intentaba ocultar
la tristeza de mi corazón alzó la cara y vi una mujer mirándome
fijamente a la cara, me pregunto que pensará de mí, seguro que
siente pena. En ese instante, nuestras miradas se cruzaron, ella se
giró y siguió su camino sin mirar hacia atrás, me metí en mi
habitación, cerré la ventana y nunca nos volvimos a ver .
Lucía Gámez
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