Son
bien sabidos los beneficios
del deporte en la salud,
pero, ¿qué ocurre con nuestro cerebro? ¿Deben
nuestros hijos hacer deporte de manera continuada?
La respuesta es rotunda: ¡SÍ!
¿Qué mejoras hay?
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Sobre la materia gris que se encuentra en el cerebro: ésta tiene que ver con la manera en la que se desarrollan los procesos mentales, entre otras cosas, la cognición y la inteligencia.
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Hace que los beneficios sobre cuerpo y mente se mantengan durante casi toda la vida. Así por ejemplo, una persona que ha hecho deporte de manera habitual en su juventud y dejara de practicarlo durante media vida, cuando sea mayor seguiría gozando de mejoras en diferentes procesos mentales.
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Aumenta la creatividad y ayuda a tener mejoras en nuestra capacidad atencional.
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Mejora nuestra plasticidad cerebral (capacidad de nuestro cerebro de cambiar y adaptarse mejor a los nuevos aprendizajes gracias al incremento de nuestras conexiones neuronales). Así, por ejemplo: El investigador Costa, del departamento de Psicobiología del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos muestra cómo la práctica de ejercicio continuado, sobre todo el ejercicio de corte aeróbico (cualquier ejercicio que se realice a intensidad moderada y de manera prolongada en el tiempo), que implique coordinación, toma de decisiones rápida y un grado de concentración intenso, como sucede en el caso del fútbol, baloncesto, balonmano, boxeo, artes marciales, waterpolo, voleibol, hockey, rugby…etc, tiene una gran relevancia en dicha plasticidad cerebral. Y, ¿por qué? Al hacer deporte las contracciones y extensiones musculares que se realizan producen la segregación, entre otras, de una proteína llamada IGF-1, que en el cerebro tiene la función de ser precursora de aumentar la segregación de BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor), una molécula relacionada con factores de crecimiento neuronal y con la neurotransmisión, es decir, con la comunicación entre neuronas, siendo esto lo que nos hace aprender a los seres humanos. En experimentos llevados a cabo en este sentido con la molécula BDNF (Gómez-Pinilla, 2002)1, se ha comprobado que si se bloquea la síntesis de dicha molécula, se bloquea el aprendizaje y la memoria.
Francisco Javier Cervera
1
Neurocientífico
de la Universidad de California
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