Os
voy a contar cómo fue mi viaje a Tánger los pasados 20, 21 y 22 de
febrero. Fue un viaje con mi familia y unos amigos.
Salimos
el día 20 de madrugada hacia Gibraltar para coger el barco en el
Puerto de Tarifa. Antes de entrar al barco, tuvimos que pasar la
aduana para salir de la península. Para pasarla había un policía
que iba mirando persona por persona y comprobando que era la que
aparecía en el pasaporte y en el DNI. Una vez que pasamos la aduana,
embarcamos.
El barco
era muy espacioso: tenía asientos por los lados derecho e izquierdo
y por el centro. Estos asientos estaban separados por pasillos, por
los cuales se podía pasear tranquilamente. El barco tenía también
dos plantas: en la de arriba se podía salir a una especie de
terraza, y en la planta de abajo había un restaurante.
Este
es el barco y como podéis ver, es espacioso y grande.
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Cuando
llegamos al puerto de Marruecos, había un señor esperándonos para
montarnos en un minibús a un grupo de personas y llevarnos al hotel.
El minibús era muy “cutre”, sucio y estrecho.
Éstas
eran las vistas que se veían desde el autobús. En ese edificio se
rodó parte de la serie “El tiempo entre costuras”.
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La ida fue
muy lujosa e impresionante, pero una vez que entramos en el otro
continente todo fue super cutre y, sin embargo, para los marroquíes,
aquel minibús era super lujoso. El camino hasta llegar al hotel, que
duró unos 10 minutos, fue malísimo, ya que las carreteras no eran
demasiado buenas.
Una vez
que llegamos al hotel, la recepción fue bastante buena, los
recepcionistas eran muy amables y muy buenos, los pasillos muy
limpios, las habitaciones también, y en el hotel, por lo general,
todo bien. Pero eso sí, no tenían la misma finura que los hoteles
de Europa porque, por ejemplo, la alcachofa de la ducha no
funcionaba, el wáter se quedaba atascado, las papeleras eran como
las de las clases de nuestro instituto...; pero teniendo en cuenta
que estábamos en Marruecos, el hotel era de los mejores que había.
De hecho, era de cuatro estrellas. Uno de los días estuvimos de
visita en el hotel más visitado de Tánger, que es El Minzah, y en
este hotel, los pasillos, los sillones de la cafetería, la
distribución, la decoración, la limpieza... eran bastante buenos.
Esta imagen pertenecen al hotel El Minzah.
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Esta imagen pertenecen al hotel El Minzah.
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En el
primer día vimos la Mezquita (a la cual no nos dejaron entrar porque
no éramon musulmanes)... Entramos a una tienda, que era como aquí
el mercadillo más cutre, ya que ellos montan una tienda en cualquier
lugar porque allí la policía no multa ni les dice nada, y nada más
entrar, el dueño ordenó a su hijo que nos acompañara y el muchacho
así lo hizo, nos acompañaba, nos enseñaba todo, nos iba contando
un poco la historia de las calles, nos llevaba las bolsas...Era un
poco incómodo porque él decía que esa era su obligación y,
ocasiones, nos sentíamos mal por el chico.
Esta es La Mezquita. |
La gente
era muy respetuosa, cada uno con su cultura pero no se metían con
nadie. Es más, se metían más entre ellos mismos por el trabajo o
por atendernos, que con nosotros.
Las cosas
que más me llamaron la atención fue lo del chico que nos acompañaba
a todos los lados, la comida, que a mi personalmente no me gustaban
porque cocinaban con muchas especias, los tés, la moneda que usan
(que es el dirham que, por ejemplo, veinte dirhams son dos euros).
También me llamó mucho la atención que en los bares solo había
hombres y también me llamó muchísimo la atención que si querías
fumar marihuana o cualquier tipo de droga había que ir a la calle o
a un bar que allí se conoce como El Cafetiño y allí pse podía
fumar de todo. Otra cosa muy peculiar eran los taxis y que en una
moto de una plaza yo vi a tres personas montadas y a la policía
paseando por la acera y no les dijo nada. Esto se debe a que África,
en general, no tiene una política tan adelantada y allí no hay
muchas de las leyes que hay en el resto del mundo.
Esta es una tienda de lámparas.
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Estos era un paso de cebra que me
llamó la atención, ya que sería prácticamente imposible que una
persona en sillas de ruedas cruzará la carretera por él.
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En
esta imagen aparecen el rey de Marruecos y el presidente del
gobierno.
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Ese
coche que se ve en la imagen es un taxi de dos plazas y, los de
cuatro plazas, eran de color amarillo.
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Estas son las vistas desde la
azotea del cafetiño.
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En Tánger
aprendí muchas cosas, entre ellas, la más importante, a valorar lo
que tengo ya que vi que allí hay mucha pobreza y, sin embargo, ellos
son felices. También aprendí que, ya que nos dan la facilidad de
una educación escolar pública, tenemos el deber de aprovecharla
porque en esos países pobres no hay ni escuelas y encima, si hay,
hay que pagarlas. El viaje también me ha servido para practicar el
francés porque en muchas de las tiendas los marroquís hablaban
inglés o francés.
Hecho por: María Estevéz 3ºC