Aprendí a leer a los cuatro años. Fue la cosa más especial que me
había pasado en los últimos diez años de mi vida. Esa sensación
de abrir un libro, y encontrarte la magia de las palabras, las
imágenes que las acompañaban, todo tenía sentido. Abrir un libro y
tener la oportunidad de meterte en él, para vivir cosas nuevas que
nunca pensabas hacer. Y pensar que luego, tras un largo viaje en el
libro, la tristeza de cerrar sus páginas, hasta el día siguiente,
o, tal vez, la sensación de volver a querer leer las palabras que
definen los viajes.
No fue fácil aprender a leer, pero todo el esfuerzo y satisfacción
se vio reflejado en la sonrisa de tus profesores que, gracias a
ellos, podrás vivir aventuras en las que siempre soñaste estar.
Fueron ellos, mis profesores, quienes me enseñaron a ver la magia
de las palabras, cuando pensabas que sólo eran eso, palabras.
Gracias a los libros descubrí que, hasta en los peores momentos de
tu vida, en esos que llegas a rendirte, sabrás que siempre, estés
donde estés, hay una puerta que se abre para invitarte a vivir otra
aventura, y olvidar lo sucedido.
Virginia Pérez Triviño. 3ºC.
Aprendí
a leer a los cuatro años. Es la cosa más importante que me ha
pasado en la vida. Después de diez años recuerdo esa magia de ver
algunas imágenes para traducir algunas de las palabras que no
entendía; enriqueció mi vida, permitiéndome aprender con los
libros de mis personajes de dibujos favoritos.
No
era fácil escribir historias; por suerte, allí estaban los maestros
para aprender de ellos. Además de enseñarme a contar, me enseñaron
a explorar el cuerpo humano. Fueron mis amigos los
libros en los que descubrí que en las peores circunstancias vale la pena vivir,
aunque sin la vida no podríamos leer, ni fantasear historias.
María
Valdivia Alcalde 3ºC
Aprendí
a leer a los seis años. Es la cosa más importante que me ha pasado
en la vida. Gracias a ello he conseguido descubrir cosas fascinantes
en los libros: pude acompañar a Harry Potter en todas sus aventuras
por Howarts; al Principito, en sus viajes por otros mundos; y anda que
no he resuelto misterios con Geronimo Stilton.
Al
principio me costaba leer, pero conforme iba leyendo libros, mi
soltura a la hora de leer y mi imaginación se disparaban, y ha sido
más de una noche la que me he quedado en vela sólo por saber cómo
terminaba ese libro, o deseando ir a por el siguiente para saber cómo
continuaba la saga. Ahora leo menos, pero eso no quita que me encante
leer.
Álvaro Lozano Fernández 3ºC
Aprendí
a leer a los 4 años, es una de las mejores cosas que te pueden pasar
en la vida. Casi 10 años después, agradezco el haber aprendido a
leer porque es algo que te abre muchas puertas. Aprender a leer me ha permitido estudiar y aprender cosas nuevas. No era fácil al
principio, pero allí estaban unas personas que me parecían como de
otro planeta, de lo bien que leían y escribían, y por suerte, de
ellos aprendí. Además de enseñarme a leer, también me enseñaron a
escribir. Fueron los amigos más sabios que tuve en ese momento. En
sus clases, hasta en las peores, aprendí, que vale la pena
esforzarse un poco, para aprender cosas nuevas y luego poderlas
enseñar a otros.
Marina
Escalante López 3ºC
Yo
era una niña prodigio: sabía leer desde los cuatro años. Así que
ahora, con catorce años, miro atrás y recuerdo cómo vivía esa vida
en el mundo de las princesas. Era un mundo mágico en el cual
siempre había un príncipe azul llamado Felipe el cual siempre
luchaba contra los malos y salvaba a la princesa -en este caso yo, La
Bella Durmiente-...
Fueron
así mis inicios en la lectura y también en la escritura. Siempre
ayudada y motivada por mi maestra de infantil, Mª Carmen, a la cual
llegué a querer como a mi propia familia.
Ella
me enseñó cómo tan pequeña debía disfrutar de las historias que
leía.
Y
todo esto fui alimentándolo con los años hasta el día de hoy. La
lectura, hoy día, no es mi hobby favorito, pero cuando me adentro
en alguna historia al leerla, disfruto de esa historia y de esos
mundos mágicos a los que nos transporta el autor.
Lucía López Ruiz 3ºC