8-M DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. EL FEMINISMO ES DECENCIA
NUEVAS FORMAS DE SER HOMBRE Y DE SER MUJER
La igualdad de género es un valor indiscutible de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, aprobada por los dirigentes del
mundo en 1945. En ella aparece claramente reflejado que es una
responsabilidad de los distintos Estados la protección y el
fomento de los derechos humanos de las mujeres.
Pero también es una responsabilidad
individual.
Todas las personas, hombres y mujeres, somos víctimas del machismo, se nos ha educado en él y tenemos un papel y una responsabilidad en su erradicación. Las personas debemos conocer todo lo negativo que trae esta manera de entender el mundo, concienciarnos sobre la necesidad de cambio y ser capaces de llevarlo a cabo. Hemos de desmontar tanto la masculinidad como la feminidad tradicionales, transmitidas por la sociedad desde la familia, la escuela, los medios de comunicación, la publicidad…
Masculinidad tradicional.
Los valores y comportamientos considerados masculinos son:
- heterosexualidad,
- fuerza, violencia,
- autoritarismo,
- fuerte libido sexual,
- inexpresividad emocional,
- conductas de riesgo (vida y salud).
Las consecuencias del seguimiento de estos valores y conductas
son:
- privilegios masculinos y negación de los derechos de la mujer.
- continua demostración de la virilidad (“no soy una mujer, no soy
homosexual”).
- no permite a muchos hombres pensar y expresarse en libertad puesto
que elimina de la experiencia masculina gran parte del espectro de
emociones humanas y solo se permiten las consideradas masculinas.
- el fracaso en alguno de los aspectos enumerados les impulsa a la
violencia ya que no se les educa para enfrentarse a sus temores. Así,
tienen nombre de varón el mayor índice de suicidios, el consumo de
drogas, las enfermedades cardiovasculares, la menor esperanza de vida
y el 90% de los delitos.
Feminidad tradicional.
Los valores y comportamientos considerados femeninos son:
- heterosexualidad,
- pasividad, debilidad,
- deseo sexual contenido,
- reproducción y cuidados,
- expresividad emocional,
- belleza.
Las consecuencias del seguimiento de estos valores y conductas
son:
- dependencia femenina,
- desvalorización de la mujer en
muchos ámbitos, como el trabajo o la casa: sueldos inferiores por
los mismos trabajos, trabajos de cuidados no remunerados. Por
ejemplo, el 84% de las personas cuidadoras no remuneradas son
mujeres,
- admiración hacia lo masculino y
aceptación de la violencia,
- misoginia interiorizada (crítica
y desprecio a otras mujeres por su vida sexual, aspecto físico,
logros o edad), rivalidad entre mujeres.
- educadoras que transmiten valores
discriminatorios.
Pero al igual que se nos enseñan
unos valores cuyo seguimiento no hace que el mundo sea mejor, se
deberían transmitir otros más justos y beneficiosos para la
sociedad en general y que no buscan una feminización del hombre ni
una masculinización de la mujer sino un punto de encuentro donde
quepan hombres y mujeres.
Nuevas formas de masculinidad
- antisexista,
- antihomofóbica,
- expresividad emocional,
- paternidad responsable,
- no a las conductas de riesgo.
Las consecuencias
del seguimiento de los nuevos valores son:
- disminución de la violencia,
- ampliación de la gama de
emociones consideradas masculinas,
- respeto a distintas orientaciones
sexuales, (la homosexualidad no se entiende como un peligro para la
masculinidad),
- implicación en los cuidados,
educando a los hijos en la no violencia y a las hijas en la no
dependencia.
Nuevas formas de feminidad
- antisexista,
- antihomofóbica,
- maternidad responsable (educar a
los hijos en la no violencia y a las hijas en la no dependencia),
- sororidad (ayuda entre mujeres en contextos de discriminación
sexual)
- independencia.
Las consecuencias
del seguimiento de los nuevos valores son:
- independencia,
- igualdad,
- educadoras en valores
igualitarios,
- amistad y respeto entre mujeres.
Esta nueva manera de valorar se conseguirá si cada persona, hombre o
mujer, combate el machismo en su propio entorno.
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