Durante
casi cien años, en lugares exóticos de Azeroth se cuenta una
leyenda urbana sobre un misterioso lago entre los senderos del
Bosque Elwynn. Dicen que en ese misterioso lago había una casa
frente a él, habitada por una familia orgullosa de sí misma y agradable.
Pero
poco a poco la familia iba disminuyendo cada noche por algo
misterioso que nunca se llegó a encontrar. Primos, hermanos , tíos,
abuelos e
incluso hijos perecían siempre en el mismo sitio a la luz del
amanecer... Siempre frente a las orillas del lago de Cristal.
Tras
morir la familia entera, la casa aún persiste abandonada... vecinos
y guardias reales que permanecen a la luz del alba y oyen cómo
gritos y
llantos provienen del lago. Nadie se atreve a adentrarse en él por
miedo de que algo paranormal se le acercase y le convirtiese en uno
de los que
perecieron desagradablemente.
Una
joven aventurera se adentró ahí. Los guardias les advirtieron que
sucedía de noche. Pero renunció y se adentró...; tras una música
de fondo se escuchaban los adornos de los cazasueños viejos y
oxidados , rebotando sus tenebrosas melodías a través del eco en
todo el lago.
Al
entrar en la casa oscura de suelo raspado y sucio, lleno de
telarañas y manchas de sangre seca, fue despacio, armada y con
lámpara en la mano y subió a la planta de arriba.
Nicht
observó el lugar abandonado, las sillas y mesas rotas... ventanas
sucias, arañazos en las puertas... Notando una brisa gélida en su
cara. Todas las puertas estaban abiertas menos una...que permanecía
cerrada y ponía en ella con sangre y arañazos: <<Don`t
enter>>
La
aventurera abrió la puerta y vio junto a sus amigos 5 niños
haciendo un pentágono y uno más en medio. No se movían ni
respiraban ni parpadeaban; miraban a la cama simplemente, donde se
encontraba una mujer ahorcada llorando sangre y , con cara de dolor,
mirando al cielo. Se echó atrás y bajó las escaleras. Escuchó un
ruido que bajaba por ellas. Asustada, corrió, ya que la bestia era
humana sobrenatural de brazos largos con el pelo medio corto que
tapaba su rostro. Al verse al descubierto, su boca era enorme y sus
ojos se fueron hacia atrás hasta desaparecer, su mandíbula cayó al
suelo y su cuello crujiente se quedó de un lado corriendo como un
animal y una rapidez sobrenatural iba tras ella. La señora de la
muerte consiguió escapar al amanecer y la bestia permanecía donde
descansaba su cuerpo sin vida.
Años
después, actualmente, la casa permanece donde el hecho ocurrió.
Celia
Aragón Valdivia 2ºB